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Podcast: ¿Cómo afecta psicológicamente una situación como la de Ucrania? Entrevista a María Jesús Álava Reyes

Tiempo de psicología con María Jesús Álava Reyes en La Brújula en la que nos habla sobre los problemas psicológico que pueden crear una situación como la que se está viviendo en Ucrania.

El arte de discutir bien en la pareja, en cuatro principios que no debes olvidar. Colaboración de Montse Montaño para El Confidencial


El arte de discutir bien en la pareja, en cuatro principios que no debes olvidar. Colaboración de Montse Montaño para El Confidencial
Las relaciones interpersonales en general, y de pareja en particular, son apasionantes. Son fuente de mucho bienestar pero también de desacuerdos, desavenencias que, si no las sabemos manejar, pueden acabar en verdaderos problemas y provocar mucho sufrimiento. Discutir bien para evitar grandes conflictos es algo que convendría que todos aprendiéramos a hacer. Aquí van algunos principios básicos a tener en cuenta a la hora de enfrentarnos a las diferencias del día a día en la relación de pareja:
Primer principio:

Discutir no sólo es inevitable sino que es necesario

Muchas veces, en nuestra visión idílica del amor, tendemos a pensar que la pareja perfecta es aquella que no discute nunca. Sin embargo, en la vida van a surgir discrepancias, vamos a hacer cosas que molesten al otro y el otro hará cosas que nos molesten a nosotros, tendremos que tomar decisiones más triviales y otras mucho más relevantes. En definitiva, van a surgir conflictos necesariamente. No discutir, en el sentido de debatir, intercambiar opiniones, no sólo es en la mayoría de los casos inevitable, sino que resulta necesario. Una pareja que jamás discute, probablemente está haciendo las cosas mal: o uno impone su criterio más de la cuenta, o (y) el otro está dejando a un lado su voluntad para complacer constantemente al otro. Antes o después, esta bomba de relojería nos estallará en las manos.


Segundo principio:

Los problemas hay que abordarlos para poder solucionarlos

Hay personas a las que les cuesta mucho hablar de lo que va mal. Algunas tienen mucho miedo a la posible reacción del otro y prefieren callarse. Otras piensan que las cosas terminarán pasándose si hacemos como que no han sucedido. Nada más lejos de la realidad. Los conflictos que no se abordan reaparecerán cuando vuelvan a darse circunstancias similares a las que los provocaron inicialmente. Además, si no aclaramos las cosas cuando hay problemas, empezaremos a acumular cuentas pendientes con el otro y puede llegar el día en el que pretendamos saldarlas todas juntas; tal vez para entonces ya no haya remedio. En general (como en todo hay notables excepciones), a los hombres les cuesta bastante más sentarse a hablar las cosas que a las mujeres. Muchas veces, las mujeres pretendemos hablarlo y aclararlo prácticamente todo. Ni lo uno ni lo otro. Ni todo tiene que hablarse, y mucho menos de forma recurrente, ni las cosas se van a resolver solas. Las grandes discusiones, aunque sea por tonterías, y los verdaderos desacuerdos, hay que ponerlos sobre la mesa y tratarlos. ¿Con qué objetivo? Explicarnos, comprender la postura del otro (eso no significa estar de acuerdo con nuestra pareja) y, sobre todo, llegar a alguna propuesta para resolver el problema y/o prevenir en un futuro que la confrontación vuelva a aparecer. Buscar un momento tranquilo, incluso en un lugar poco asociado a las discusiones (dando un paseo, en un restaurante), nos ayudará a poder abordar el conflicto de manera más constructiva.


Tercer principio:

La vida en pareja no es (o no debería ser) una lucha de poder

A menudo las parejas se enzarzan en eternas discusiones buscando demostrar su propia inocencia en los conflictos y la culpabilidad del otro en éstos. Sin embargo, plantearse la relación con la persona que queremos desde esta lucha por ver quién queda por encima es un frecuente y enorme error. No se trata de culpas, sino de posturas distintas. No seamos reacios a reconocer en qué nos hemos podido equivocar, disculpémonos si algo de lo que hemos dicho o hecho ha podido molestar al otro.

Eso no nos hace quedar por debajo de nadie, al contario, nos honra.

Tampoco nos empeñemos en que el otro asuma su culpa o reconozca que se ha equivocado. Aceptemos la discrepancia, el desacuerdo, sin intentar convencer de nuestra verdad. Salgamos de radicalismos y flexibilicemos nuestra visión del mundo, seguro que eso nos enriquecerá también como personas. Asumamos que vemos las cosas de modos diferentes e intentemos llegar a un punto de negociación y entendimiento.


Cuarto principio:

Las formas importan, y mucho

No sólo es importante lo que decimos sino también cómo lo decimos. Intentemos ceñirnos al hecho concreto que nos ha molestado en lugar de sacar la lista de agravios pasados. Huyamos del “es que tú eres…”, “siempre dices…”, y optemos por el “a mí me ha dolido…”, “a menudo dices…”, evitaremos que el otro se ponga a la defensiva. Cuidemos el tono de voz, el volumen, y tratemos de no poner en evidencia a nuestra pareja sacando temas conflictivos delante de terceros. Además de ser molesto para los demás, el otro seguramente lo viva como una encerrona, una falta de lealtad y una falta de respeto importante.

En definitiva, crezcamos personalmente y en pareja afrontando las dificultades y el desacuerdo de un modo constructivo, la recompensa es tan enriquecedora que no cabe ninguna duda de que merece la pena intentarlo.

* Montserrat Montaño Fidalgo es psicóloga en el Centro de Psicología Álava Reyes, doctora de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico y máster en Terapia de Conducta por el Instituto Terapéutico de Madrid (ITEMA).

FUENTE:elconfidencia.es

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24 de febrero: Día de la psicología en España ¿sabes por qué?

Que en España el día de la psicología se celebre el 24 de febrero tiene una curiosa historia detrás. ¿Sabes cuál es? te lo contamos en este post

¿Cómo podemos negociar con adolescentes el horario de regreso a casa?

Ángel Peralbo nos explica algunos de los factores que debemos tener en cuenta, como son su madurez y las responsabilidades que tienen.

«No puedo dejar de comprar. Lo veo y si me gusta, lo compro» Colaboración de Vicente Prieto para El Confidencial


«No puedo dejar de comprar. Lo veo y si me gusta, lo compro» Colaboración de Vicente Prieto para El Confidencial
A pesar de la crisis económica, se estima que aproximadamente

el 3% de la población en España tiene dificultades para controlar sus compras

y afecta a mujeres y hombres de todas las capas sociales. No me refiero a salir de compras de vez en cuando, coincidiendo con alguna época de regalos, San Valentín, Navidades o de las rebajas que nos indican los comercios y la publicidad. Esto puede ser un pretexto para quedar con alguien, dar una vuelta, comprar lo que necesitemos y tomar algo.

En general esto puede ser un buen plan. Me refiero a una actividad, la de comprar, que se realiza en solitario

, en la que la persona se deja llevar por su impulsividad y adquiere muchos productos que no le hacen falta

, que no disfrutará de ellos y que al contrario le provoca malestar, sentimientos de culpabilidad y unas importantes deudas a nivel económico, haciendo que el problema sea cada vez mayor, poniendo en riesgo su estabilidad económica y en la mayoría de los casos provocando crisis a nivel familiar.

Cuando trabajamos con personas que padecen este problema observamos que manifiestan insatisfacción por la vida que llevan, por su trabajo, dificultades en la relación de pareja o familiar, y

estados de ánimo depresivos que cursan con ansiedad, baja autoestima

, percepción de que no saben hacer frente a los problemas del día a día, falta de autocontrol y que comprar para estas personas es una forma de escapar momentáneamente de esta situación.


La antesala del trastorno

Comprar les facilita mayor nivel de activación, de excitabilidad, placer de adquirir artículos, de sentirse atendido por los dependientes, la utilización de la tarjeta de crédito… en definitiva, sienten un momento muy estimulante que les hace romper con su estilo de vida percibido como aburrido y lleno de insatisfacción. No transcurren muchos minutos tras la compra compulsiva y la persona siente que se ha vuelto a traicionar a sí misma, que no ha podido controlar su comportamiento y que

la única forma de reducir este estado de ánimo bajo es repetir otra y otra vez la compra desmedida

para salir de manera incorrecta de esta situación emocional. Poco a poco se va cronificando este hábito de conducta provocando un gran sufrimiento en la persona que lo padece.



«No transcurren muchos minutos tras la compra compulsiva y la persona siente que se ha vuelto a traicionar a sí misma»

Afortunadamente, los psicólogos pueden hacer un buen análisis de las circunstancias personales, familiares, sociales y laborales que están facilitando que una persona tenga estas dificultades. Una vez que han realizado dicha evaluación, elaboran un plan de intervención

con el objetivo de que la persona afectada aprenda a controlar este hábito

de compra y a modificar distintos aspectos de su estilo de comportamiento y las variables que lo están provocando. El programa de intervención consiste en los siguientes módulos, aunque no es un programa cerrado y sólo se describen algunos de los módulos más relevantes. Dependerá de la orientación del psicólogo, de la situación del paciente y de la cronificación del problema.

-Es muy importante trabajar con los miembros de la familia para que participen en la intervención en algunos de los módulos de trabajo. Al inicio del tratamiento es imprescindible

que la persona no pueda utilizar sus tarjetas de crédito

y tendrá que establecer una cantidad de dinero diario ajustado a las necesidades básicas del paciente y en este proceso puede facilitar este control algún familiar. No podrá realizar compras él solo.

-Una vez que se ha conseguido

minimizar los gastos e impedir la compra compulsiva

, se inicia un entrenamiento en autocontrol emocional para que el paciente aprenda a gestionar la frustración, la tristeza, la ansiedad y sobre todo a controlar y modificar sus pensamientos erróneos. En algunos pacientes se hace necesario un tratamiento para la depresión y otros problemas que presente.

-En algunos casos se hace necesario trabajar

terapia de pareja o con la familia

, para mejorar la comunicación, comprensión del problema, intercambio afectivo y planificación de actividades familiares gratificantes. Se estudiarán las alternativas más viables para reducir las deudas.

-También

se trabajará la autoestima del paciente

y se le entrenará a cómo resolver problemas por sí mismo y cómo tomar decisiones.

-Se le entrena a realizar compras utilizando dinero en metálico, ajustándose a lo que realmente necesita comprar, que elabore una lista de productos y que se ciña a dicha lista. Cuando se compruebe que el paciente ha controlado su impulsividad,

poco a poco se le va permitiendo que dirija su economía

hasta que lo haga de manera autónoma sin supervisión de la familia o del profesional.

-El paciente tiene que

realizar actividades gratificantes alternativas

a la compra compulsiva. Actividades que le permitan conocer gente para iniciar amistades y romper con el aislamiento y la soledad.

Todos estos aspectos se trabajarán y el porcentaje de éxito es muy alto,

el 80% de los casos se resuelven

. Pero lo más importante es la detección precoz ya que mejora el pronóstico de terminar con el problema. Suelen ser dificultades que van aumentando con el tiempo y normalmente escapan al control de la persona que lo padece, con lo que es aconsejable que vayan a la consulta de un psicólogo para enfrentarse al problema lo antes posible.

*

Vicente Prieto

es psicólogo. Vocal de Clínica y Salud de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid

FUENTE:

elconfidencial.com

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