10 pautas para llevar mejor la Vuelta al Cole. Colaboración de Aroa Caminero con papasehijos.com

Aroa Caminero Ruiz, psicóloga del Centro de Psicología Álava Reyes nos brinda 10 pautas para llevar mejor la Vuelta al Cole y el comienzo del nuevo curso escolar.

La vuelta al cole en septiembre supone para los niños dejar atrás los días en los que la mayor parte del tiempo es ocio, las pocas responsabilidades y la flexibilidad de horarios, hábitos y normas…

Al igual que ocurre en los adultos, volver a la rutina después de casi 3 meses de relax, puede provocar en los niños algunos síntomas de malestar como bajo estado de ánimo, apatía, irritabilidad o somatizaciones como dolor de cabeza, de tripa o vómitos…

Por ello, para ayudarles a afrontar mejor la vuelta al cole, es conveniente llevar a cabo algunas pautas:

1. Es aconsejable regresar a casa unos días antes de la incorporación al colegio e ir ajustando los horarios y rutinas. Hay que dejar atrás paulatinamente el horario flexible de los días de vacaciones y acostumbrar de nuevo a los niños a los tiempos y rutinas diarias en casa: tiempos más ajustados de juego, ducharse y cenar antes, levantarse antes…

2. Preparar con antelación la ropa, los libros nuevos y el material necesario para las clases. Ir revisando materiales de años anteriores para reutilizarlos, forrar los libros o comprar el uniforme o un nuevo estuche los días anteriores a la vuelta al cole nos evitan prisas de última hora y pueden convertirse en un momento especial para compartir y disfrutar con nuestros hijos.

3. Aunque es recomendable que los niños dediquen un corto espacio de tiempo diario a leer y a reforzar algunos aprendizajes en verano, si no lo han hecho conviene volver a incorporar progresivamente un ratito diario de deberes para que la vuelta al trabajo y al esfuerzo cognitivo no sea tan brusca.

4. Anticiparles en positivo la vuelta al cole (recordar con ellos anécdotas positivas del curso académico anterior, los amigos que van a volver a ver, todas las cosas nuevas que van a aprender…) y no agobiarles con las obligaciones que conlleva (“este año que ya eres mayor vas a tener muchos deberes”).

5. Cuando el inicio del curso suponga cambios o retos grandes (cambio de ciclo, cambio de colegio, mezcla de compañeros en las clases…) puede ser normal que estén más nerviosos de lo habitual. En estos casos conviene aportarles toda la información que tengamos sobre los cambios para prepararles y practicar con ellos unos días antes alguna técnica de relajación como la respiración abdominal.

6. Dejar todo lo del niño preparado la noche anterior al primer día de clase (mochila, ropa) y levantarse con tiempo al día siguiente para no ir estresados desde el primer día.

7. Acompañar al niño a clase el primer día si es posible y aprovechar el camino para hacer algo positivo como charlar o hacer juegos de palabras.

8. Tenemos que dar ejemplo a nuestros hijos para que vean que nosotros también nos adaptamos a la rutina adecuadamente y que no la perciban como algo negativo: que no nos vean nerviosos, enfadados o estresados.

9. Conviene seguir haciendo algunas actividades parecidas a las de las vacaciones (pasear, bajar a la piscina, jugar con ellos) al menos durante la primera semana de clase siempre que se pueda y aprovecha los fines de semana.

10. No hay que olvidar reforzarles positivamente todos los esfuerzos por adaptarse y el trabajo diario una vez comiencen el cole.

La importancia de tener indicadores en la familia. Por Ángel Peralbo

Es costumbre que en las Organizaciones Empresariales modernas o en algunas al menos, se establezcan señales que nos puedan indicar claramente cómo marchamos en relación a aspectos de negocio tan importantes como las ventas, los costes, los beneficios, el stock, etc. generalmente en relación con unos objetivos que se han estudiado y marcado reflexiva y anticipadamente. Estas señales son a los objetivos como la visualización de la ruta lo es al lugar al que nos dirigimos utilizando un gps, es decir, una forma clara y relativamente rápida de evaluar la marcha que llevamos. Sin estos “indicadores” el funcionamiento recae de forma excesiva en la intuición, de tal manera que según quien lo piense o cómo lo vea, se puede llegar a concluir que estamos haciendo las cosas bien, regular o mal. Si en una organización preguntamos a distintos departamentos, ya sea producción, marketing o dirección financiera y apelamos a su intuición, podemos obtener diferentes visiones, la mayoría de las veces difícil de casar entre ellas y en general, más condicionadas por el momento en que se les pregunta o por la visión particular de la persona que nos responde. No digamos ya la influencia que puede tener el momento de la semana a la hora de percibir ciertos aspectos del trabajo o el estado de ánimo asociado a la reflexión en cuestión. Lo puede condicionar todo.

Pues bien los indicadores son imprescindibles como herramientas asépticas y objetivas que tengan la capacidad de medir algo, ya sea el número de productos creados, o distribuidos o gastados o el número de horas empleadas en determinados procesos de la producción, o las ofertas pasadas o los pedidos hechos o infinidad de ítems que se pueden crear a la hora de poner en marcha señales que nos informen y alerten de cómo vamos respecto a lo que nos hemos propuesto.

¿Qué ocurre en casa? ¿Cómo funcionamos en esta gran empresa?

No nos imaginamos lo parecidas que pueden llegar a ser ambas instituciones, una organización empresarial y una familia, sólo hay que observar los elementos que las componen y las funciones que realizan: un líder, administración, gastos, producción e ingresos, trabajo en equipo, disputas de poder, colaboración y negociación. Todo ello aderezado en la familia por afecto y amor que viene a ser el sustento de las propias relaciones, en diferentes calidades y cantidades.

Para lo que nos ocupa, en primer lugar hay que establecer un objetivo ya que no es lo mismo plantearnos vender cuantos más productos mejor que fabricar o distribuir productos de alta calidad a un público exclusivo y con unos estándares de calidad extraordinaria. En familia pasa algo parecido, no es igual querer aparentar por aparentar y que se note que somos modélicos, que el hecho de que tengamos unos valores asentados y bien dirigidos para crecer fuertes. El éxito a largo plazo está más asegurado en esta estrategia, tanto en lo que tiene que ver con la consecución de objetivos como con el grado de satisfacción de las personas.

Hemos de hacernos la pregunta de hacia dónde queremos ir y qué queremos conseguir. Pero sobre todo tenemos que centrarnos de manera concreta en cuáles son los aspectos importantes por los que nos movemos. Por ejemplo, hay padres y madres que están muy centrados en conseguir que sus hijos obtengan una formación académica lo suficientemente ambiciosa como para asegurar que en un futuro estos puedan sobrevivir en un mundo cada vez más competitivo. Pero para esto nos podemos centrar en resultados y así considerar que vamos bien cuantos más sobresalientes sacan nuestros hijos e hijas o bien, podemos centrarnos en el proceso y sentir que vamos bien cuando demuestran en el día a día, trabajo, esfuerzo y constancia. Será bien distinto utilizar unos indicadores u otros y pensar en el largo plazo será una premisa fundamental si queremos que el éxito nos acompañe por muchos años. El corto plazo nos puede dejar tranquilos de momento pero sostenibilidad en el tiempo es la auténtica señal del éxito.

Definir unos valores con los que nos identifiquemos será también una acción que tendremos que llevar a cabo cuando antes. Ello ayudará no sólo a que los padres vayan al unísono sino a que los retoños crezcan en un ambiente donde existan señales claras de por dónde y cómo han de circular. En cualquier otro caso sería el caos.

Principales indicadores en la Familia

El afecto. Su importancia radica en que es consustancial a las relaciones humanas en los ambientes íntimos y por tanto en la familia. Viene a ser algo así como el pegamento, esa sustancia que tiene propiedades para unir y mantener juntos a los distintos componentes. Sin afecto corre peligro el vínculo, como una de las claves que resiste al paso del tiempo y al deterioro que puede sufrir la familia por las diferentes e inevitables adversidades que pueden acontecer. En la Empresa puede no existir el afecto pero en la Familia es imprescindible.

Evalúa cómo está, cómo se aprecia, cómo fluye entre todos los miembros, cómo se demuestra entre unos y otros, cómo ha podido cambiar a lo largo del tiempo…

La comunicación. Es el mecanismo que nos va a permitir testar cómo se encuentran otros muchos indicadores familiares, tanto los que nos pueden hablar de cómo se encuentra el grupo, como de cómo está cada uno. Sin comunicación, pueden estar ocurriendo cuestiones importantes y quizá las desconocemos. Somos “comunicación” por naturaleza y el aislamiento puede empobrecer los lazos. Es necesario fomentarla, mantenerla e intentar que sea lo más positiva posible, ya que es el elemento vehicular que vertebra el resto de cuestiones.

Evalúa si hay o no comunicación entre todos, si es escasa o suficientemente amplia como para que sepáis cómo estáis de verdad, si es positiva o en cambio es una comunicación que refleje enfado, reproches y tiranteces.

La autonomía. Supone un indicador de calidad de las propias relaciones ya que a mayor autonomía, mayor libertad para emplearse responsablemente en participar en la familia. Como indicador nos informa también sobre dependencia entre los miembros y nos permite calibrar cómo se van a comportar en un futuro los miembros de la familia, ya que una vez más, a mayor autonomía, mejores expectativas en el sentido de que serán capaces de funcionar por sí mismos y por lo tanto aportar sus propias vivencias y valores al resto.

Evalúa cómo es vuestro estilo educativo en este sentido, si sois sobreprotectores, si sois capaces de valorar la iniciativa de los demás, hijos y pareja, etc.

La satisfacción personal. Cómo de satisfechos están todos, cómo se encuentran, si son felices o por el contrario están amargados, insatisfechos o eternamente enfadados. Es un indicador de la felicidad de la persona en casa. Si es alto, significa que frente a todas las dificultades, que inevitablemente aparecen en la vida, la persona satisfecha mantiene una visión positiva de sí misma y del entorno. Es un indicador de éxito que nos dice que vamos bien. En la familia en muchas ocasiones se ha malinterpretado este indicador, llegando a pensar que está más satisfecho quien más tiene por ejemplo, cuando en base a los estudios llevados a cabo con niños, adolescentes y jóvenes, los resultados han sido precisamente, que un control moderado y consecuente de privilegios y cosas positivas que pueden tener, genera mayor regulación, felicidad y sensaciones positivas.

Evalúa cómo se encuentran los que te rodean, si les ves felices, satisfechos, si sonríen, si participan, si es alto su nivel de motivación, etc.

El respeto. Nos indica cómo se están configurando las relaciones entre los miembros de la familia en relación a un aspecto esencial para el ser humano, el derecho a sentirse bien tratado, sin sentirse agraviado, molestado o agredido incluso por nadie. Ha de ser mutuo entre todos los miembros de la familia y como indicador, nos dice mucho sobre la salud de la familia, de tal manera que si existe falta de respecto, podemos decir que las relaciones son pobres, negativas o incluso podríamos hablar de dañinas.

Evalúa si os respetáis, si tenéis en cuenta la integridad de los demás, si os esforzáis por entenderlos para poder tenerlos en cuenta, si os sentís bien tratados por el resto y existe reciprocidad en el empeño.

El cuidado del otro. Este aspecto resulta particularmente importante en el ámbito de la familia, ya que al principio es indispensable para la supervivencia del ser humano y sin él, no seríamos capaces de crecer sanos, fuertes e íntegros. Pero además, supone la forma en que medimos la calidad de las relaciones familiares puesto que nos dice la responsabilidad que unos miembros asumen sobre otros por el mero hecho de ser familia y estar predestinados a serlo de por vida. Supone la garantía de un apoyo constante, algo tan necesario para las personas.

Evalúa cuánto os preocupáis los unos por los otros, si os ocupáis solamente de vosotros mismos o si percibís reciprocidad en este aspecto, cuál es el nivel de seguridad cuando estáis con los vuestros, cuánta confianza depositáis en el resto.

Es importante no dejar pasar el tiempo sin más, esperando a que las cosas ocurran solas, esperando a que todo esté bien sin más, ya que esto será así en la medida en que lo estemos haciendo bien, guiando hacia nuestros objetivos y trabajando teniendo en cuenta el largo plazo. Echemos un vistazo a nuestros indicadores, que nos dirán cómo vamos, si estamos consiguiendo lo que nos proponemos y si tenemos que rectificar algo o poner en marcha otros recursos que nos apoyen en este gran proyecto que tenemos en marcha. Nos sentiremos ampliamente satisfechos cuando sepamos ver cómo realmente vamos.

Inteligencia Emocional en la Adolescencia II. ¿Por qué es importante mejorarla? Por Aroa Caminero

Según los autores Mayer y Salovey, la Inteligencia Emocional es la habilidad para:

  • Percibir y expresar las emociones de manera adecuada en uno mismo y en los demás.
  • Facilitar el pensamiento a través de las emociones teniendo en cuenta los sentimientos cuando razonamos o solucionamos problemas;
  • Comprender las emociones;
  • Regular las emociones, estando abierto a estados emocionales tanto positivos como negativos y controlando las emociones propias y las de los demás.

¿Por qué es importante desarrollar la inteligencia emocional en la adolescencia?

Sabemos que la Inteligencia Emocional pueden ser desarrolladas y mejoradas y que cualquier momento vital es bueno para aprender a hacerlo. Sin embargo, la adolescencia es un momento idóneo porque el desarrollo cognitivo ya es similar al de un adulto y además, se dan nuevas situaciones vitales estresantes en las que poner en práctica estas habilidades que pueden ayudar a paliar la enorme inestabilidad emocional que caracteriza a esta etapa.

Según los autores del programa INTEMO, existen numerosos estudios que demuestran que la Inteligencia Emocional en los adolescentes está estrechamente relacionada con 4 áreas:

  1. LAS RELACIONES INTERPERSONALES

Los adolescentes con mayor inteligencia emocional, expresan y perciben mejor las emociones, son más empáticos, comprenden mejor los estados emocionales y las regulan de forma más eficaz, lo que les permite establecer y mantener relaciones interpersonales de calidad.

  1. EL BIENESTAR PSICOLÓGICO

Estudios realizados en EEUU muestran que los estudiantes universitarios con mayor inteligencia emocional muestran menos ansiedad social y depresión, menos síntomas físicos, mayor utilización de estrategias de afrontamiento para solucionar los problemas y menor «rumiación cognitiva» (menos preocupaciones).

  1. LAS CONDUCTAS DE RIESGO Y AGRESIVIDAD

Los adolescentes con menor inteligencia emocional presentan mayores niveles de impulsividad y peores habilidades interpersonales y sociales, lo que favorece algunas conductas poco sociales. Además, se implican más en conductas de riesgo como consumo de tabaco y alcohol ya que no cuentan la capacidad para manejar sus emociones y afrontar la presión social que se produce en esta etapa.

  1. EL RENDIMIENTO ACADÉMICO

Los adolescentes con escasas habilidades emocionales son más susceptibles de experimentar estrés y dificultades emocionales durante sus estudios, lo que perjudica el rendimiento académico. Sin embargo, los chavales con mayor inteligencia emocional, tienen una mayor capacidad de autorregulación para no desistir de los estudios cuando las energías ya son escasas, cuando fracasan en alguna tarea o examen o cuando ven por la ventana de su cuarto la espléndida tarde que se ha quedado para salir.

Por lo tanto, la Inteligencia Emocional sería un factor de protección de áreas tan importantes en la vida de los adolescentes como la salud mental, el consumo de sustancias, la agresividad o el rendimiento escolar.

El estrés y la PAU (Prueba de acceso a la Universidad). Por Ángel Peralbo

El Bachillerato, especialmente el curso de segundo año, se considera uno de los más complicados de la larga etapa estudiantil, por la que pasan una cantidad considerable de nuestros alumnos y alumnas. En concreto en el curso pasado 2013-14 la estimación aproximada fue de setecientos mil, según el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

No obstante, lo extraordinario de este curso no tiene que ver necesariamente con el hecho de que sea más difícil académicamente hablando, que otros, puesto que los estudiantes ya han pasado previamente por cursos que suponían un cambio de ciclo y llevaban aparejada una serie de dificultades nada desdeñables, así como importantes esfuerzos de adaptación. Un dato importante del año 2012 es que España fue el país de la Unión Europea con mayor porcentaje (del 24,9%) de población de 18 a 24 años que no ha completado el nivel de Educación Secundaria y no sigue ningún tipo de educación-formación. (Fuente: Encuesta Europea de Población Activa (Labour Force Survery) Eurostat.).

La complejidad del bachillerato reside principalmente en que para abordarlo con éxito hay que implicarse totalmente desde el primer día de curso y mantener el ritmo de estudio hasta después de acabarlo, en concreto una vez finalizadas las pruebas de acceso a la Universidad.

Si preguntamos a profesores y profesoras que trabajan en esta etapa, coincidirán en que la principal clave del éxito es una adecuada organización en el estudio que permita una buena disciplina y rutina. Todo ello permite seguir el ritmo de un curso que ya comienza acelerado y enfocado a correr hasta llegar a la meta, la PAU.

Sin embargo pocas veces nos paramos a pensar qué es lo que hace que un porcentaje muy alto de estudiantes no funcionen adecuadamente en este ciclo, cuando a priori podrían conseguirlo desde el punto de vista de sus capacidades.

¿Nos hemos preguntado en alguna ocasión por qué algunos estudiantes pareciera que se desinflaran antes incluso de comenzar el curso?

¿O por qué empiezan a aparecer inseguridades, dudas, abandonos, tropiezos..?

La respuesta suele estar en la presión que sienten ante:

  • El vertiginoso comienzo de curso.
  • La necesidad que tienen de conseguir una nota suficientemente alta como para estudiar lo que quieren.
  • Los primeros resultados que les indican que es más difícil de lo que ellos creían.
  • La desorientación que tienen en relación a lo que quieren estudiar después.
  • La idea de no defraudar a sus padres que saben que tienen unas expectativas naturalmente altas.
  • Los pensamientos negativos del tipo de: “yo no valgo para esto” o “no lo voy a conseguir seguro”.

Estas percepciones y otras similares acaban generalmente traduciéndose en un proceso de estrés, que continuado en el tiempo puede tener consecuencias graves, las más preocupantes, ligadas lógicamente a la salud y las menos graves, pero también muy preocupantes, relacionadas con un rendimiento muy por debajo del esperado y necesario para superar con éxito el curso y la prueba de selectividad.

En este curso académico, aprender a manejar el estrés supone un recurso imprescindible para abordarlo con éxito en todos los casos. Tanto para los alumnos que van bien y que necesitan mantener el ritmo y controlar su previsible estrés ante las pruebas de Selectividad, como para los que ya están sufriendo sus consecuencias y se encuentran agobiados, presionados y en algunos casos bloqueados.

Si ya llevamos tiempo abordando la ansiedad ante los exámenes en cualquier etapa educativa, ahora se hace necesario utilizar todas las estrategias al uso para superar el Bach.

Ponte en contacto con nosotros para elaborar tu plan a medida en el 917672031 o en info@alavareyes.com

10 consejos para educar a niños en el optimismo

Hay niños que son especialmente negativos y pesimistas, es como si tuvieran un radar para detectar todas las cosas que no salen bien, todo lo malo o lo que no tienen, y se anticipan en negativo pensando que todo va a ir mal, de tal forma que no intentan las cosas porque siempre piensan que no van a ser capaces o les va a salir mal.

No son capaces de darse cuenta de su valía, y a la larga esto puede generar un problema de inseguridad personal y baja autoestima, además de impedirles ser felices, pues en ocasiones este tipo de pensamiento y de conductas les impide afrontar con éxito las situaciones de la vida cotidiana.


Cómo ayudar a los niños pesimistas:

Es fundamental que estos niños aprendan a enfrentarse a su negativismo y cuenten con técnicas y estrategias para superarlo. Se trata de que se hagan fuertes ante las contrariedades del día a día y que sean capaces de concentrarse en los aspectos positivos en vez focalizar y quedarse atrapados en los negativos.

Ante todo recordemos que nuestro propio ejemplo es la mejor forma de enseñarles cómo afrontar el día a día de forma positiva.


Diez consejos para conseguir que el niños sea optimista:

  1. Analiza la situación. ¿En qué momento tu hijo tiene esa actitud pesimista? ¿Es una actitud constante, o es a la hora de realizar determinadas tareas que sabe que se le dan peor?
  2. Entrena con él aquella tareas que se le dan peor, eso le hará coger confianza en sí mismo.
  3. Empieza a trabajar desde el nivel que se encuentra el niño, pidiéndole cosas que sabemos que si que puede conseguir. Si el nivel de exigencia es demasiado alto, el niño se puede frustrar al saber que no lo va a conseguir, y favoreceremos sus pensamientos pesimistas.
  4. Trabaja la importancia del esfuerzo desde pequeño. Que sepa que ante las adversidades, la respuesta no es la queja ni verbalizaciones negativas como ‘no puedo’, ‘es que muy difícil’, ‘a mí no me sale’….
  5. Refuérzale mucho cuando algo le sale bien, que se sienta importante y orgulloso.
  6. Atiéndele también cuando no tiene una actitud pesimista, que vea que tiene más atención en positivo que en negativo.
  7. Cuando está muy bloqueado no es el momento de hablar con él ni de hacerle razonar. Es mejor esperar a que se le pase, pues por mucho que le intentamos que vea las cosas de forma positiva, primero necesita ‘desconectar’ antes de seguir con la tarea.
  8. Resalta sus cualidades, enumera o haz una lista con él de las cosas que se le dan bien, por pequeñas e insignificantes que parezcan tiene que aprender a valorarlas.
  9. Enseña al niño a aceptarse como es. Tenemos que aprender a querernos y aceptarnos como somos desde pequeños con nuestras limitaciones. No siempre se puede ser el mejor jugando al fútbol, o al baloncesto. Lo importante es esforzarse para hacer las cosas lo mejor posible.
  10. No olvidemos que la principal fuente de aprendizaje de los niños es el modelado. Los niños copian a sus adultos de referencia que sus padres. Seamos un modelo de superación ante las adversidades, no de negatividad.

FUENTE: Guiainfantil.com

Superdotados, un cerebro por atender. Por Ángel Peralbo

Muchas veces nos olvidamos de esos críos que parece que lo saben todo y que lejos de ser así, es frecuente incluso que en realidad necesiten más atención, recursos y estrategias para su adecuado desarrollo, en un mundo que les exige como al que más y que crea unas altas expectativas sobre quien presupone que por tener un coeficiente intelectual de más de ciento treinta ya lo tiene todo hecho.

Si nos atenemos a lo que ocurre al principio, vemos que en muchos casos los padres asisten a la paradoja de que a pesar de que su hijo es muy inteligente, lo que les dicen desde el centro educativo es que no atiende, que no quiere trabajar, que lo que quiere hacer es solo lo que decide hacer, etc. Son muchos los niños que aún siendo muy talentosos no sincronizan su potencial con el ritmo esperado en clase y lejos de destacar y conseguir los objetivos curriculares de forma adecuada, no arrancan o lo hacen en dirección contraria o en el mejor de los casos, brillan frente a lo que les gusta y fracasan en relación a lo demás. Utilizo deliberadamente la palabra “fracasan” porque se utiliza frecuentemente y lo hago para recalcar que debería de estar prohibida o al menos, su uso tendría que permitirse exclusivamente a partir de cierta edad, quizá en torno a los ochenta y cinco años, edad a la cual se podría empezar a hablar de fracaso y esto es cuestionable incluso. Considero que es un término que apunta demasiado a la idea de “no haberlo conseguido” frente a lo que pienso que en realidad debería dirigirse, la idea de que aún está en proceso de conseguirlo y hay que buscar la manera de que así sea”. Pero se denomine de una forma u otra, la cuestión es que en muchos de estos casos el sistema no funciona y es esa una primera etapa a la que en mi opinión, hay que atender de manera prioritaria.

¿Cuándo podemos saber si se trata de un niño superdotado?

La idea es que en cuanto tengamos sospechas de que puede ser así o por supuesto, cuando aparezcan dificultades que indiquen una falta de adaptación al ritmo esperado, es conveniente hacerle un estudio para conocer con la adecuada precisión, su potencial y sus capacidades y así poder plantearnos qué recursos son los más adecuados para poder solucionar los problemas que se estén evidenciando y facilitar un desarrollo, tanto académico como personal, en la línea de lo que necesite. Y una vez más aquí es necesario que hagamos un esfuerzo por liberarnos de ideas como: “es pronto para saber su potencialidad, hay que esperar” o “ya se motivará, paciencia”.

Cuánto antes sepamos, antes actuaremos en consecuencia.

 

Esperando, esperando, en mi experiencia con adolescentes que no consiguen unos buenos resultados, en muchas ocasiones ni siquiera “unos mínimos resultados” veo un importante porcentaje de ellos que ni siquiera conocen sus capacidades, más allá de unas evaluaciones colectivas donde el resultado ha sido: “es un chico/a listo/a”. Esto sí que es un fracaso, pero del sistema que permite que el adolescente esté desorientado y que lo único que reciba es la vaga idea de: “es un vago y en realidad no trabaja porque no le gusta o no quiere”. Obviamente en ciertos casos es así pero los profesionales no tenemos ninguna duda a la hora de identificarlos, por lo que sorprende más que estos casos lleguen a los catorce años en esas condiciones.

Cuando ellos y ellas conocen cuál es su potencial, cuando los padres empiezan a encajar las piezas del puzzle y consiguen entender lo que durante algún tiempo han intuido y cuando los educadores tienen un informe que les ayuda a comprender lo que de verdad ocurre, sin juicios aproximados ni intuiciones sin rigurosidad, las cosas comienzan a ir en la adecuada dirección.

¿Qué podemos hacer en esta etapa?

Una vez que conocemos bien la potencialidad del niño/a ya podemos buscar los recursos formativos, como cuando conocemos la talla que usamos que buscamos una prenda y por mucho que nos empeñemos si no damos con ella o no entra o sobra. Y me refiero tanto a recursos educativos como familiares o sociales.

En cuanto a recursos educativos no nos podemos quedar en la idea tan primaria de que si es tan bueno el chico/a cómo que no llega al nivel de la clase? Hemos de plantearnos por qué ocurre esta cuestión de tal manera que a nada que lo enfoquemos en esa dirección descubriremos las razones para que se aburra o para que llame la atención constantemente o para que presente problemas frecuentes de conducta. De igual forma que no dudamos a la hora de plantear ayudas y refuerzos escolares para los alumnos que no llegan será importante ajustar el nivel de exigencia para estos otros.

En cuanto a recursos familiares, he de decir que por experiencia el solo hecho de que los padres conozcan bien las características de su hijo, ayuda mucho a ajustar las expectativas y tranquiliza bastante, si bien, no es suficiente para que sepan manejar las diferentes situaciones típicas que se les pueden presentar y mucho menos para aprender a entender y sobre todo a tratar a sus hijos que tienen estas características. Por ejemplo, uno de los grandes hándicaps que presentan los niños/as superdotados es que frecuentemente sienten que no les entienden y se sienten “raros”. Pues bien, para los padres es importante la asistencia a talleres donde les expliquemos estas y otras cuestiones ligadas a la superdotación.

Por último es importante hacerse cargo de las dificultades que a nivel social les puede suponer el tema y así es frecuente que puedan tener diferencias con sus compañeros de clase, dados los distintos intereses que pueden presentar y las diferencias precoces que se pueden observar. Esto se puede traducir desde la falta de amigos hasta tenerlos pero pocos. Algo también que me encuentro frecuentemente con algunos adolescentes superdotados es que sus padres se quejan de que no salen o de que apenas tienen amigos. Y la cuestión es que durante años lo que han hecho, puesto que también son bastante selectivos, es que mantienen dos o tres amigos y piensan que ya les sobra, por lo que no sienten ninguna necesidad de relacionarse a mayor escala. Aquí nuevamente hay que apelar a la idea de intervenir cuanto antes y el mejor recurso sin duda es el taller de habilidades sociales donde les ayudamos a mejorarlas junto a compañeros y compañeras de su misma edad. Me gustaría incidir en la idea, a mi juicio equivocada, de que los niños superdotados no tienen empatía o cosas por el estilo. En realidad sí pueden tener en ocasiones una alta sensibilidad social pero pronto aprenden a detectar diferencias que muchas veces perciben como rechazo o incomprensión por parte de los demás y desarrollan cierta protección, lo que supone un alejamiento progresivo de las relaciones sociales convencionales, más allá de los que identifican como ellos/as, con quienes sí se suelen relacionar más y mejor. Hay que devolverles y entrenarles en el uso de estrategias sociales eficaces y adaptativas para que se puedan relacionar con éxito y así puedan tener un desarrollo adecuado y positivo.

Será una etapa en la que nos tenemos que encargar de que sean felices, tengan éxito y se preparen para su futuro desarrollo profesional en el que las empresas también se tendrán que hacer cargo de las necesidades que puedan tener y de lo que de ellos puedan esperar, que resulta ser altamente interesante.

Inteligencia Emocional en la Adolescencia I. ¿Por qué esta etapa es tan difícil? Por Aroa Caminero

Que la adolescencia es la edad del pavo es un tópico, pero lo que sí es un hecho es que la adolescencia es un periodo más difícil que el resto de etapas vitales en el que suele haber más problemas que en otras edades.

Aunque la regla general es que la mayoría de los adolescentes termina desarrollándose adecuadamente y se convierten en adultos bien integrados en la sociedad, la evidencia científica ha demostrado que durante esta etapa aumentan significativamente los conflictos con los padres, la INESTABILIDAD EMOCIONAL y las conductas de riesgo.

¿Por qué ocurre esto?

Existen algunos factores neurobiológicos que explican porque ocurre esto durante la adolescencia:

  • La corteza prefrontal del cerebro (la que se sitúa justo donde tenemos la frente), es la encargada –entre otras cosas- de: controlar los impulsos, planificar y anticipar el futuro, tomar decisiones y de regular nuestras conductas y nuestras emociones. Los estudios científicos realizados con resonancia magnética han demostrado que la corteza prefrontal no termina de desarrollarse hasta la adultez temprana, por eso es normal que en la adolescencia, las funciones que dependen de ella estén limitadas. La maduración de este circuito depende de la edad y del aprendizaje del adolescente, de modo que es a partir de los 16-18 años cuando las capacidades cognitivas ya son iguales a la de los adultos.
  • Además de lo anterior, durante la adolescencia, el circuito cerebral socioemocional que está relacionado con las emociones, los impulsos, la motivación y las recompensas, se encuentra sobreexcitado porque está influido directamente por la mayor producción hormonal que se produce durante la pubertad. Esto provoca que durante esta etapa haya un exceso de emotividad, de impulsividad, de búsqueda de sensaciones, de novedades y de gratificaciones inmediatas.
  • El desequilibrio existente entre la mayor activación del circuito afectivo y la maduración más lenta de la corteza prefrontal, provoca un “hambre de sensaciones” y una mayor intensidad emocional que no están lo suficientemente controlados.

Por otro lado, existen variables ambientales que también influyen sobre la mayor problemática adolescente:

  • Las mejoras socioeconómicas, en la alimentación y sobre todo, en sanidad, han conseguido adelantar la maduración hormonal (no así la cognitiva) y esto provoca que los jóvenes tengan menos cantidad y calidad de experiencias previas antes de la adolescencia;
  • La pubertad precoz hace que desde más jóvenes ya estén siendo influenciados por el grupo de iguales en su conducta, valores, intereses, etc. (que está integrado a su vez por chavales con menos experiencias previas);
  • Cambios en la estructura de las familias: debido por ejemplo, a cuestiones económicas muchos padres trabajan más y pueden supervisarles menos;
  • Nuevas tecnologías de la información: permiten difundir las ideas, valores e intereses de los adolescentes de un modo más rápido y globalizado;
  • Aumento del poder adquisitivo de los adolescentes: a pesar de la crisis, muchos adolescentes tienen más acceso que antes a ofertas de ocio que pueden ser perjudiciales, etc.

¿Qué podemos hacer para disminuir la problemática adolescente?

No existe evidencia científica de que la intervención psicológica con los adolescentes cambie los circuitos cerebrales y el grado de maduración cerebral. Sin embargo, la intervención psicológica sí influye directamente en una modificación del ambiente que rodea a los adolescentes y en un aprendizaje de habilidades y estrategias socioemocionales que favorecen la estabilidad emocional en esta etapa.

Por ello, la adolescencia es una etapa ideal para aprender a mejorar el autocontrol conductual y emocional, la racionalidad, el autoestima y la seguridad personal, las relaciones sociales, etc. con el objetivo de que los chavales tengan las herramientas necesarias para enfrentarse con mayor facilidad a esta etapa vital.

La memoria en niños de 0 a 2 años. Colaboración de Aroa Caminero para Guíainfantil.com

Podríamos definir la memoria como la capacidad para retener información, ordenarla y hacer uso de ella en el momento en que la necesitamos. Es lógico pensar pues que la memoria y el aprendizaje están estrechamente relacionados si entendemos el aprendizaje como la adquisición de nueva información para su uso y aplicación en nuestra vida cotidiana. Pero,

¿cómo evoluciona la memoria desde que el bebé es recién nacido hasta que cumple 2 años?

La memoria en la primera infancia



Desde el momento del nacimiento

ya está presente la memoria implícita, es decir, aquella que registra y almacena la información de un modo no consciente y que será la responsable de la formación en el niño de ‘modelos mentales’ que guiarán sus actuaciones en un futuro, Así ocurre, por ejemplo, con la construcción del vínculo afectivo a través de la repetición de interacciones con el padre o la madre.



Antes de los 9 meses,

los niños son capaces de imitar gestos de los adultos cuando los tienen delante y a partir de esa edad (memoria de imitación), los niños pueden imitar recordando gestos que no tienen delante. A esta edad, los niños también son capaces de anticipar el futuro basándose en experiencias del pasado reciente, por ejemplo, si nos ven cogiendo el carrito sabrán que vamos a salir de paseo.



A partir también de los 8 meses,

los niños empiezan a desarrollar la capacidad de resolución de problemas, es decir, a ser capaces de utilizar medios para alcanzar fines. Esto depende también de la capacidad de memoria de trabajo, que a esta edad nos permite usar un sólo medio, por ejemplo, utilizar un sonajero para atraer otro juguete hacía sí mismo.



Entre los 8 y los 10 meses

, los niños adquieren la permanencia del objeto, es decir, la representación de que los objetos existen aunque no los percibamos. A esa edad ya tienden a buscar un objeto que hemos escondido delante suya mientras que antes no lo hacen. La permanencia del objeto constituye la base de la memoria de trabajo, que será aquella que nos permita mantener información mentalmente y trabajar con ella para realizar operaciones complejas como el cálculo mental.



Durante el primer año de vida

también empieza a desarrollarse la memoria de reconocimiento, que es aquella que les permite reconocer objetos, personas y situaciones que ya se han visto antes, y que puede relacionarse por ejemplo, con el miedo a los extraños que suele darse en esta etapa.

En esta etapa, los niños también empiezan a desarrollar la memoria semántica, que se refiere a la memoria general, al aprendizaje de los hechos sobre el mundo y a los conocimientos adquiridos, teniendo un papel fundamental en la adquisición del lenguaje durante esta etapa.



A los 18 meses

, los niños ya empiezan a recordar acontecimientos en un determinado orden espacio-temporal y emerge la imagen de sí mismos.



A los dos años

, los niños no son sólo capaces de reconocer objetos o situaciones familiares sino que ya pueden nombrarlos.

FUENTE:

guiainfantil.com

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«Así te cambia la vida un bebé». Colaboración de Christine Lebriez para la revista Ser Padre




1-¿Qué consejos darías a esas madres que, ante el “miedo a lo desconocido”, tienen dudas de si van a ser capaces de criar a un bebé?



El perido gestacional, es una etapa  importante y frágil en las emociones femeninas pues el sistema endocrino provoca una alteración  emocional que genera inestabilidad.  Es propio de este periodo una mayor sensibilidad en la mujer.


También es un periodo que provoca cambios psicológicos en la mujer siendo una etapa de transición en la que los futuros padres se preparan para integrar al futuro niño en su nuevo mundo lo que conllevara realizar diversos ajustes personal y familiares.


Entre los problemas mas comunes asociados a un embarazo normal, están las frustraciones y demandas emocionales, sentir ansiedad, miedo o enojo; los cambios físicos difíciles de procesar; las dificultades del tercer trimestre; mas cansancio, sensibilidad, dependencia y la exacerbación de problemas previos: emocionales, económicos, sociales.


Es lógico sentir un cierto agobio y miedo, ya que es una situación nueva y desconocida; con una gran dosis de incertidumbre y variables que además no podemos controlar al cien por cien.


La anticipación de pensamientos del estilo ¿seré capaz? van a invadir tu mente, y es crucial poder controlarlos y racionalizarlos para no caer en una espiral que se escape de  nuestro control.  La incertidumbre es lo que nos hace perder el control ¡¡¡  Una actitud abierta con unas creencias firmes y seguras son esenciales ¡¡¡


Pero si


todas las mujeres del universo a lo largo de toda la historia han sido capaces de sacar adelante a sus hijos, tu no vas a ser menos.


Piensa que todo lo que te agobia ahora, llegado el momento lo vivirás y disfrutarás de otra manera.


Si lo estimas puedes buscar cursos de la preparación al parto que incluyan técnicas de relajación, y técnicas de respiración ¡¡¡


Ser madre es una experiencia Vivencial, se aprende viviéndolo, no con un libro¡¡¡ y no hay una formula universal ni magias, solo tu y como lo vas a experimentar. Por eso no anticipes pensamientos limitadores ni angustiantes.


Visualizarte en próximas situaciones haciendo las cosas de modo favorable, es un modo de proyectar las cosas de una manera optimista y grata.


La naturaleza es sabia, y estar embarazada no es una enfermedad, sino un estado natual de continuación de la especie.





2-¿En qué medida favorece en la crianza de un bebé mantener una actitud positiva y desdramatizar para gestionar muchas de las situaciones cotidianas?



El neurodesarrollo es un proceso que se inicia con la concepción y que se extiende a lo largo de toda la vida, es un proceso muy complejo que puede verse alterado por un sinnúmero de factores, desde factores genéticos hereditarios hasta estresores psicosociales (Cicchetti & Walker, 2003).


Puede haber situaciones complejas; que sea un embarazo no planeado o no deseado, un embarazo en la adolescencia o por el contrario en una edad muy tardía….un embarazo sola o acompañada…


También pueden surgir problemas interpersonales, mala relación de pareja, un precario cuidado prenatal, violencia doméstica, abuso, falta de apoyo, etc.


También la salud mental durante el embarazo se puede ver influida por trastornos mentales, como duelos no resueltos, trastornos del ánimo, trastornos ansiosos, trastornos de alimentación, trastornos de la personalidad o psicosis. También pueden aparecer complicaciones durante el embarazo, las actitudes frente al embarazo, el estrés prenatal y el uso de substancias.


Pese todo ello y sobre tod por ello; una actitud positiva y desdramatizar, va a hacer vivir el estrés del postparto, el desconocimiento y el dia a dia de una manera mas fluida ¡¡ No solo en esta situación, sino en cualquier etapa de la vida, desdramatiza y “quitar hierro” hace que se viva todo con mas relax.  Asi es como las ideas, la creatividad y nuevas soluciones vana a aparecer en mayor cantidad.


Los niños son recompensados con sonrisas y aliento cuando agradan a sus


padres y son castigados con desaprobación cuando los disgustan. Estas primeras experiencias generan en los niños actitudes positivas y negativas duraderas.


Los niños también aprenden por “aprendiozaje vicario” aprendizaje por observación; los niños imitan la conducta de los padres y de sus pares (amigos) adquiriendo actitudes aun cuando nadie  deliberadamente este tratando de influir en sus creencias.


Es por ello que es fundamental esa actitud positiva y cariñosa al bebe, para sus futuros aprendizajes.Todo lo anterior no permitiría construir el “nicho psicológico” necesario. Y por lo tanto la ACTITUD DE ACEPTACION HACIA EL BEBE



3-¿Qué consejo darías a esas mujeres a las que les cuesta asumir los cambios que la maternidad ha traído a su vida (dormir y salir menos, por ejemplo) y que continuamente añoran su vida “de antes”?



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Los cambios corporales desaparecen con mas o menos sacrificios, pero tras la etapa, el organismo vuelve a su estado habitual.  Hay que cuidarse y preocuparse por el cuerpo, pero no  hay que obsesionarse.  La naturaleza per se, participa en estos cambios.


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Las visitas: no hace falta recibir a todo el mundo al unísono, puedes dosificarlas, e incluso posponerlas ¡¡


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La aceptación y paciencia para adaptarse a los nuevos cambios.


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Analizar los aspectos positivos de esta nueva etapa, cada etapa es distinta, y esta tiene también viene cargada de un monton de cosas satisfactorias.


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Practicar la relajación, respiración y visualización positiva.



Disfruta de la etapa del embarazo que es chulísima. Ponte bien guapa y a lucir barriguita que para eso es este momento ¡¡¡

Claves para mejorar tu estilo educativo, por Ángel Peralbo


Recuerda que deja huella


Lo primero que tenemos que tener claro es que el estilo educativo es un constructo complejo que viene a decirnos cómo ejerces tu liderazgo en cuanto a su función de enseñar, guiar, acompañar, dirigir, etc. y esto puede referirse tanto al ámbito del trabajo como al familiar. Es en el ámbito familiar y especialmente si tienes hijos donde lo ejercerás quieras o no y su importancia es vital para el desarrollo de los más pequeños hasta el punto de que influirá en su forma de autorregularse, su autoestima, de relacionarse con los demás, etc. Será uno de los aspectos que más le influirá, teniendo en cuenta que pasarán años bajo la sombra de él y considerando que son los años donde se producen los aprendizajes que se consolidan y se hacen más duraderos a lo largo de la vida. Es por ello que todos, sin darnos cuenta, somos en cierta medida esclavos de los estilos educativos de nuestros padres y en el caso de que no hayan sido adecuados, solamente nos zafamos de ellos cuando somos conscientes y trabajamos para conseguirlo. En ocasiones es triste cuando tratas con adultos que aún padecen el yugo de lo que fue un estilo educativo en casa extremo o nocivo y que les marcó para toda la vida porque no han sabido desapegarse de él y está tan unido a su carácter que no solo lo padecen sino que lo transmiten a los demás especialmente a sus herederos.






Recientemente dos investigadoras incansables en la exploración de las características de adultos y padres que favorecen o perjudican la salud mental de los niños, Luisa Roa Capilla y Victoria del Barrio, adaptaron el cuestionario de crianza parental (PCRI-M) a población española. Dentro de los resultados que obtenían se observaba que


todos los factores correlacionaban de forma negativa con los problemas de conducta del niño, y especialmente los factores de «Disciplina», «Compromiso», “Distribución de rol” y “Autonomía” eran significativos a nivel estadístico, por lo que se podía deducir que la disciplina razonada, así como la aceptación, por parte de los padres, de su compromiso con la crianza, combinada con niveles adecuados de autonomía o baja sobreprotección, son los factores que más favorecen la adaptación social del niño, puesto que tienden a disminuir sus problemas conductuales.






Por lo tanto, trata de reflexionar y de pensar sobre cómo hacer para que la herencia educativa que le dejas a tus retoños sea la que crees que les puede ayudar a conseguir en un futuro ser ellos mismos y sentirse satisfechos y con un autoestima alta.


Muchas veces esto los padres lo hacéis muy bien en el entorno laboral, de tal manera que transmitís vuestros conocimientos al resto con respeto, adaptando vuestro lenguaje y persiguiendo el objetivo de poner en marcha los proyectos y su seguimiento, sin menoscabar las relaciones humanas.











  • Huye de los extremos.

    Sentirá que le entiendes:




    Tratar de educar a tus hijos ejerciendo formas fijas hará que puedas llegar a ser demasiado duro o demasiado blando. Es preferible que trabajes la flexibilidad para que te permita adaptarte a las distintas situaciones que se te van a presentar y a los cambios propios que su edad va a requerir y que necesitará por tu parte un gran esfuerzo por actualizar las normas y la forma de tratarle.





  • Mantente cercano por encima de todo.

    Se sentirá querido:




    Introduce dosis de afecto siempre y en todas las circunstancias. Puesto que educar conlleva insatisfacciones, expectativas que no se cumplen y problemas importantes en muchos casos, es necesario que no se pierda el apego familiar, el cariño que siempre ha de prevalecer en las relaciones humanas y que entre padres e hijos, sois vosotros los que tenéis que proporcionarlo pase lo que pase. Cuando las cosas van mal es una de las cuestiones que antes se resquebraja y también de las que más huella deja, por lo que hay que tenerlo como premisa, intentando que los chavales no pongan en duda que se les quiere aunque se les regañe o se les sancione o se les impida hacer lo que quieren en un momento dado.


  • Ejerce el liderazgo que te corresponde.

    Le dará confianza




    Te toca ser proactivo, buscar en cada etapa lo que puede ser


    mejor para tu hijo, ofrecerle posibilidades para que se desarrolle según vuestros intereses y valores e involucrarte lo máximo posible en su formación y evolución. Eres insustituible y nadie lo va a hacer por ti o al menos, no tan bien como lo harías tú.








  • Las normas has de ponerlas tú.

    Le dará seguridad




    Es necesario que establezcas una serie de normas lo


    suficientemente claras como para que tu hijo crezca con seguridad y con referencias que le permitan guiarse. Y será igualmente importante que además de establecerlas seas capaz de ir adaptándolas al momento evolutivo por el que pasa tu hijo y con el mayor grado de sensatez para que sean lo más proporcionadas posibles.





  • Fomenta su autonomía.

    Le hará libre:




    Edúcale siempre con esta premisa para que todos sus avances le vayan inculcando la idea de que en una medida importante es él mismo quien lo produce. Cuanto antes tenga la oportunidad de ser autónomo más fácilmente conseguirá esas sensaciones tan placenteras que produce sentir que el motor de su educación es él mismo. El objetivo educativo se puede considerar cumplido solo cuando es uno mismo el responsable máximo de ello, es decir, cuando es uno el que piensa, el que busca recursos y el que decide cuál es el adecuado para ponerlo en marcha. Hay que trabajar para que cuando sean adolescentes estén en disposición de hacerlo y no se dejen llevar sin criterio ninguno.

    Evitar la sobreprotección

    en contra de lo que pudiera parecer, los protegerá en un futuro puesto que les permitirá ser ellos mismos quienes desarrollen estrategias para salir adelante y no crecer con la sensación de que necesitan que sean otros quienes lo hagan.


  • Reparte los papeles.

    Le dará coherencia:




    Si has de educar en solitario aprovecha tu red familiar y el entorno escolar para facilitarlo de la mejor manera posible. Si lo compartes con tu pareja aprovechad y distribuiros bien los distintos roles para que educar se convierta en un auténtico trabajo en equipo.

    Que no existan dos estilos educativos distintos sino una única forma de ejercerlo

    , con el necesario consenso que os lleve a poneros de acuerdo en el proyecto más importante que tenéis en común, “la educación de vuestros hijos”.






  • Fomenta su autoestima.

    Le hará fuerte:




    Consigue que durante los años que dura el proceso educativo tu hijo crezca sintiéndolo como algo positivo, como algo que aunque muchas veces le lleve a la frustración porque las cosas no salen como las espera o no consigue lo que quiere, mantenga la capacidad de pensar que finalmente sí lo conseguirá. La educación es un proceso que no acaba nunca y por tanto, un adecuado estilo educativo ha de centrarse en proporcionar a la persona la capacidad para disfrutarlo, para sentirse competente y capaz y para sentirse lo suficientemente bien como para no venirse abajo ante los fallos parciales. No olvidemos que es una carrera de fondo.


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