¿Cómo fomentar la autoestima de los más pequeños?
Lucía Boto Pérez
Psicóloga. Madrid.
Cuando somos capaces de aceptar nuestros errores, aprender de ellos y satisfacer nuestras necesidades básicas, estamos enseñando un modelo sano de autoestima.
¿Qué es la autoestima?
El auto-concepto es la representación mental que la persona tiene de sí mismo. Cuando entramos a valorar si esas características son positivas o negativas, es lo que en la literatura científica se conoce con el nombre de autoestima. La cual, se aprende, cambia y la podemos mejorar.
Los padres y educadores ejercen un poder fundamental en la autoestima de los niños. Según lo que le valoren y validen, así se sentirá en el futuro, como un adulto competente, eficaz, exitoso, independiente, autosuficiente… o todo lo contrario. Los cuidadores también suponen un “modelo de autoestima”. Es decir, la capacidad que tenemos para aceptarnos, perdonarnos, exigirnos o maltratarnos a nosotros mismos, resulta un ejemplo para los más pequeños, que aprenden día a día y lo repiten como cualquier otra conducta.
Cuando somos capaces de aceptar nuestros errores, aprender de ellos y satisfacer nuestras necesidades básicas, estamos enseñando un modelo sano de autoestima. Cuando somos ejemplo de sacrificio continuado, de cuidado hacia los otros y no hacia uno mismo y de búsqueda de la aprobación en los demás, nos estamos infravalorando y enseñamos a conseguir el cariño del otro a través de una posición de inferioridad.
¿Cómo fomentar la autoestima?
Los padres y educadores tienen un peso importantísimo en la construcción de la identidad del niño y del desarrollo de su propia autoestima. Para ello recomendamos:
– Dedicar un tiempo diario con atención plena a cada niño. Esto significa que estemos solo para él en ese tiempo. En este momento, le escuchamos, le valoramos y le apoyamos, sin interferencias de ningún tipo (especialmente dejando a un lado las pantallas electrónicas). De esta forma, le transmitimos la idea de que para nosotros son importantes, solo así creerán en ello.
– Reforzar sus éxitos, logros y características positivas. Cada vez que deseemos un cambio en su comportamiento, tenemos que recordarle primero aquello que hace bien. De esta manera, le empoderamos y se siente capaz de conseguir otros logros. Poner el foco en lo positivo, les predispone a lograr sus objetivos.
– Valorar el esfuerzo, no el resultado. Así aprenden que los errores también nos enseñan. Si somos capaces de aceptarlos y normalizarlos en nuestra vida, podremos desarrollar estrategias internas de afrontamiento basados en la auto-motivación.
– Facilitarle diferentes contextos en los que pueda alcanzar éxitos. Las metas deben ser alcanzables, realistas y cortas en el tiempo. Si están relacionadas con sus intereses o puntos fuertes, es más probable que se implique y se esfuerce.
– Animar al niño a que tome sus propias decisiones. Debemos reforzar el hecho de que se haya abierto y compartido con nosotros, entender cómo puede sentirse y animarle a que genere su propia solución. Por último, aceptaremos sus decisiones y le alentaremos en el proceso, aunque en el camino se equivoque.
– Fomentar su autonomía. Cuando animamos a los más pequeños a poder hacer cosas por ellos mismos, les enviamos el mensaje de “tú puedes hacerlo, confío en tus capacidades”. Progresivamente van interiorizando la responsabilidad y seguridad en ellos mismos.
Así, es importante ofrecer a los niños responsabilidades dentro del contexto en el que nos encontremos según su edad y etapa evolutiva. Los niños se sienten mejor consigo mismo y tienden a ser más cooperadores cuando resultan útiles para el grupo.
Igualmente, ponemos a vuestra disposición a nuestro equipo de atención Infanto-Juvenil y recordad que estamos siempre a vuestra disposición si tenéis cualquier duda al respecto.