¿Sufrimos inútilmente?
Aproximadamente el 95% de las veces que sufrimos, es un sufrimiento inútil.
El sufrimiento inútil solo contribuye a debilitarnos la vida, que provoca un desgaste a nivel físico y emocional. Conseguir no sufrir inútilmente es uno de los aprendizajes más importantes en la vida de un ser humano… de hecho no conseguirlo, es no lograr disfrutar de nuestra vida.
El verano toca a su fin y muchas personas que han tirado la casa por la ventana en las vacaciones, de pronto pueden enfrentarse a situaciones difíciles, que les llenan de intranquilidad y puede provocarles importantes dosis de sufrimiento o inestabilidad emocional.
Los españoles, en general, tenemos fama de poseer buen ánimo y afrontar las dificultades con buen humor, pero la realidad que constatan los profesionales de la psicología es que los españoles, con frecuencia sufrimos inútilmente y de forma injustificada. De hecho: ¿alguna vez pensamos con qué facilidad sufrimos?, ¿cuánta vida se nos escapa sufriendo?, ¿cuánta energía desperdiciamos? o ¿cuántas ilusiones y esperanzas tiramos?
Hoy hablaremos del sufrimiento evitable, de ese sufrimiento inútil que nos debilita y nos condiciona y amarga la existencia.
«Hay un sufrimiento inútil y estéril que sólo contribuye a debilitarnos y amargarnos la vida. Provoca un desgaste muy exagerado a nivel físico y un desplome a nivel emocional», apunta la psicóloga.
Según explica María Jesús Álava Reyes conseguir no sufrir inútilmente es uno de los aprendizajes más importantes en la vida del ser humano y no lograrlo «es no aprender a vivir». Añade que el 95% de esas veces que lo pasamos mal es de manera inútil y que no tiene justificación.
«Todo lo que se aprende se puede desaprender» apunta la psicóloga.
Recursos para no sufrir
Álava Reyes ofrece varios recursos para intentar estar mejor. Como primer punto destaca la terapia racional emotiva. Explica que somos las personas las que creamos y destruimos nuestras emociones. Por ello, nos tenemos que convencer de que podemos controlar nuestros pensamientos, porque «lo importante no es lo que nos pasa, lo importante son los pensamientos».