Mª Jesús Álava Reyes: “La Dieta Mediterránea es una de las bases que nos predisponen a la felicidad”
A los múltiples beneficios demostrados sobre la salud de seguir una alimentación equilibrada como la que caracteriza a la Dieta Mediterránea, se suman sus efectos positivos en el bienestar emocional. Con el fin de ahondar en los vínculos entre este tipo de alimentación saludable y felicidad, la Agencia de la Salud y la Dieta Mediterránea de Alicante (Cámara de Comercio) y Casa Mediterráneo, con la colaboración de la Diputación y la Universidad de Alicante, celebraron los pasados días 18 y 19 de noviembre las III Jornadas académicas sobre la Dieta Mediterránea en la sede de la institución diplomática en Alicante.
Entre los ponentes participantes en el encuentro, estuvo la carismática psicóloga María Jesús Álava Reyes, quien nos concedió una entrevista para conocer la relación entre la alimentación y las emociones. Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, es Experto en Psicoterapia por la Federación Europea de Asociaciones de Psicólogos (EFPA), Máster en Dirección de Recursos Humanos, Especialista en Coaching Ejecutivo, Máster en Psicología Pedagógica y Especialista en Psicodiagnóstico, desde 1978 trabaja en los ámbitos de la psicología clínica, educativa e industrial.
Profesora colaboradora de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, de la Universidad Complutense de Madrid, de la Escuela de Organización Industrial y Socia de Honor de la Sociedad Castellana de Medicina y Seguridad en el Trabajo, pertenece a diversas Asociaciones y Sociedades Profesionales y es miembro, entre otros, del Consejo Asesor de la Fundación Personas y Empresas y del Consejo Asesor de la Fundación Española para la Promoción y el Desarrollo Científico y Profesional de la Psicología y del Consejo Asesor de la Fundación Personas y Empresas.
Proactiva y magnífica comunicadora, Álava Reyes colabora habitualmente con medios de prensa, radio y televisión. Autora de numerosos libros, ha escrito una de las obras de no ficción más vendidas en España, Portugal y Argentina: La inutilidad del sufrimiento (con más de 500.000 ejemplares). Otros de sus títulos son: Las 3 Claves de la Felicidad; Recuperar la Ilusión, La Buena Educación, Aprender a ser feliz, Trabajar sin sufrir, Amar sin sufrir, Emociones que hieren, El NO también ayuda a crecer y La verdad de la Mentira.
Estas jornadas en las que participa llevan por título “La Dieta Mediterránea como factor motivador de la felicidad”. ¿Cuál es el vínculo entre seguir una dieta saludable como la mediterránea y mantener un estado de ánimo feliz?
Se ha visto que la alimentación es uno de los cuatro pilares básicos de la felicidad de una persona. Uno sería el ejercicio adecuado en función de cada edad; otro, el descanso -en España dormimos poco, una media de 53 minutos menos que nuestros homólogos europeos-; una dieta absolutamente equilibrada -sin duda, la Mediterránea es la mejor en ese sentido-; y toda la parte de la regulación emocional. Nosotros tenemos comprobadísimo que una correcta alimentación está unido a un bienestar emocional.
Y, al contrario, personas que a veces nos vienen con estados de ánimo muy bajos, cuadros depresivos, problemas de comunicación, de relación… en muchos casos, curiosamente, hace poco tiempo empezaron una dieta de éstas salvajes, que desestabilizaron por completo todo su organismo y les ha influido enormemente en su bienestar emocional y en su felicidad. O sea que una alimentación equilibrada, rica como es la Dieta Mediterránea en vitaminas, sobre todo frutas, hortalizas, crudos, cereales integrales… es una de las bases, de los preámbulos que nos predisponen a la felicidad. Y un desorden de alimentación, sin duda, es un precipitante para multitud de problemas emocionales, psicológicos y físicos.
En España, pese a tener al alcance de la mano y a precios normalmente asequibles los productos de la Dieta Mediterránea, ¿la sociedad en general sigue este tipo de alimentación o se decanta por la comida rápida y precocinada?
La gente le da muy poca importancia a la alimentación, la que realmente ésta debe tener. ¿En qué sentido? Empezamos por el desayuno. Hemos comprobado que un desayuno rico en cereales, fruta, con alguna proteína como jamón york y con lácteos o derivados, un desayuno completo te predispone anímicamente y favorece tu rendimiento intelectual. Primero se comprobó en los niños; se hicieron unos estudios en Alemania muy interesantes sobre cómo el rendimiento decaía en niños que apenas desayunaban. Se han realizado estudios también en adultos. En España la gente a veces empieza el día con un cafetito y quizás un bollo. Esto es una barbaridad y se nota mucho en cómo anímicamente en un momento dado se cae en una cierta apatía y cómo intelectualmente baja el rendimiento intelectual.
A partir de ahí vamos a lo siguiente: ¿Qué ocurre en la comida? Muchas personas están fuera de casa, hacen una comida rápida en cualquier sitio y se toman un preparado, alimentos precocinados que son ricos en grasas saturadas. Esto es una barbaridad para lo que necesita nuestro organismo. Entonces, la gente suele desayunar mal, comer mal, no merendar muchas veces, lo cual es un error -convendría hacer 4 o 5 comidas al día- y, sin embargo, cena de nuevo demasiado, cargando excesivamente el organismo.
Por lo tanto, tenemos una cultura de Dieta Mediterránea que estamos perdiendo. La gente está perdiendo la importancia de cómo la alimentación influye, de cómo hay que dedicarle unos minutos y no solamente para preparar nuestra comida, sino para comer tranquilamente, disfrutando en el proceso, y a ser posible en compañía. A pesar de todas las investigaciones que demuestran los efectos beneficiosos de la Dieta Mediterránea, en España cada vez se consume menos. Y lo vemos, por ejemplo, en las poblaciones infantiles, donde el índice de niños obesos es de los mayores de Europa, con unas dificultades y unos problemas de colesterol ya desde pequeños, precisamente por el tipo de alimentación que se está haciendo, con mucho abuso de dulces, de harinas refinadas. Y en los adultos, con mucho abuso de comida rápida y prefabricada.
También es verdad que desgraciadamente hay personas que te dicen que no pueden comer tomates, porque están carísimos y es cierto, pero el problema es que la comida basura es infinitamente más barata que la natural. Y hoy en día hay muchísimas personas que las frutas, las hortalizas y las verduras no las tienen tan al alcance de su mano.
¿De qué trata su intervención en estas jornadas?
De la importancia de las emociones en la alimentación, básicamente. Por ejemplo, voy a hablar de alimentos que contienen triptófano, como los frutos secos y los cereales, fundamentales para nuestro bienestar. Y cómo la gente entra en bucle. Personas que se sienten mal se toman en esos momentos alimentos muy ricos en glucosa, fundamentalmente azúcares, para elevar un poco el tono. Eso tiene un efecto momentáneo de bienestar, pero al cabo de unos minutos, de una media hora, baja de nuevo su estado de ánimo y se entra en esa dinámica tan perniciosa de necesidad de volver a tomar un dulce.
Al contrario, hay personas que se encuentran mal, a las que les enseñamos a comer bien poco a poco y además con tranquilidad. En España la gente con frecuencia come a una velocidad enorme. ¿Qué vemos? Que hay gente que intenta matar su ansiedad comiendo y se dan auténticos atracones que luego les hacen sentir mal. Es como si tapasen sus emociones, sin darse cuenta de que en esos momentos comen de forma compulsiva, se sienten un poco mejor, pero lo que les produjo el malestar sigue estando ahí, no lo han resuelto, no lo han abordado en absoluto y terminan tallándose, normalmente. Cada vez es más frecuente: Hay gente que está mal y bebe; hay gente que está mal y come compulsivamente.
¿Los desórdenes alimentarios habría que tratarlos desde la psicología para abordar la raíz del problema que aboca a una mala alimentación?
Sí. El origen de los trastornos de la conducta alimentaria son psicológicos, de naturaleza emocional. Desde niñas que sienten que no se gustan, que se ven excesivamente gordas, hasta personas mayores que están constantemente insatisfechas con sus emociones. Y la comida, a veces, es una especie de desajuste añadido en ese momento. No lo vas a solucionar comiendo mucho o comiendo poco. Lo vas a solucionar yendo al fondo, viendo qué tipo de emociones están afectadas y qué pensamientos internos son los que están provocando esas emociones. A partir de ahí puedes combatirlos y poner una línea de tratamientos. La mayoría de las personas, cuando conseguimos que sean conscientes de lo que les pasa, si les damos unos mecanismos para trabajar perfectamente con esos pensamientos, logran que su actitud, que su cerebro, funcione a su favor y no en contra. Éste es otro de los problemas importantes.
Luego también está la importancia de la microbiota, en todo lo que influye a nivel emocional. Influye tanto que se ha considerado el segundo cerebro. Y además, la cuestión del climaterio en la mujer, la andropausia en el hombre, es decir, el papel que juegan las hormonas en nuestro estado emocional. Es una barbaridad, la mayoría de la gente no lo sabe y es absolutamente crucial. El estrés influye muchísimo también en los hábitos de alimentación y en esas malas digestiones que sufre tanta gente. Está íntimamente unido. La alimentación puede ser una fuente de bienestar, de felicidad, de salud o todo lo contrario, es decir, puede estar dando lugar a un desorden enorme, que primero es a nivel alimenticio, que después nos afecta emocionalmente y en muchos casos acaba también afectándonos físicamente.
¿Qué alimentos son beneficiosos para la microbiota?
La persona que para mí es un referente en este tema es la Doctora Clotilde Vázquez, una auténtica maravilla. Acaba de publicar un libro en cuya presentación estuve la semana pasada, ‘Con hormonas y a lo loco’, que es una delicia.
Tengo entendido que, por ejemplo, la papaya es una fruta óptima para la microbiota.
Sí, sobre todo por la noche. La microbiótica es el verdadero órgano, constituido por millones y millones de bacterias, cuya composición y funcionamiento interviene definitivamente en temas como, por ejemplo, la obesidad, pero también en el deterioro cognitivo. Si tienes una buena microbiótica y eso básicamente consiste en la ingesta adecuada de alimentos crudos, fruta, ensaladas y alimentos probióticos -son los que más pueden defender y equilibrar nuestra microbiota- ésta influye favorablemente en nuestra alimentación y en nuestras emociones. En los estados anímicos donde describimos mucho el hambre emocional, que no sólo afecta a los niños, sino también a los adultos, hay alimentos que nos pueden ayudar a tener más energía. Como te decía, por ejemplo, una persona cuando está pasando momentos de dificultad lo primero que hace es descuidar la alimentación y sabemos que hay alimentos estimulantes, energéticos y antidepresivos. Y otros, sin embargo, vacíos, como las harinas refinadas y las grasas. En este aspecto, la naturaleza es muy sabia. Frutas y verduras de temporada son la mejor opción. Los frutos secos tienen una cantidad enorme de reconstituyentes para nuestro estado de ánimo, especialmente los ricos en vitamina D y magnesio, que deberían tomarse por la mañana en el desayuno y no como mucha gente hace por la noche, después de cenar. Derivados lácteos y sobre todo el tofu, así como huevos, pescado y carne de pavo o de pollo.
Efectivamente, hay frutas como la papaya, que además tiene una fructosa que resulta muy estimulante y cuando la tomas por la noche, igual que por ejemplo la lechuga, favorece el descanso nocturno. Hay gente que toma infusiones de lechuga, de sus hojas verdes, por ese motivo. Y al contrario, si por las noches te tomas un café te desvelas, pero también ocurre con el té, el alcohol y el tabaco. Los alimentos ricos en triptófano que hemos mencionado son los más importantes desde el punto de vista emocional.
De hecho, se anuncian suplementos y complementos alimenticios ricos en triptófano para elevar el estado de ánimo, que si los tomáramos en los alimentos quizás no sería necesario recurrir a ellos.
Sí, porque además a veces van directamente al baño, porque el organismo no es capaz de asimilarlos. Al igual que la gente que toma una cantidad de vitaminas y de compuestos vitamínicos, cuando lo ideal es que tú lleves una dieta mediterránea, que lo tiene todo. No necesitarías complementar.
Hay otro tema que es fundamental y que se está abandonando mucho en España, que es falta de Vitamina D, que también tiene influencia en el estado anímico. En un país como el nuestro, con la cantidad de horas de exposición de sol, la deficiencia está siendo enorme. Siempre le decimos a la gente que se tome diez minutos, no pedimos más, para que le dé el sol. ¿Por qué? Porque además da paz, tranquilidad. Si estás trabajando, a media mañana en lugar de bajarte a la cafetería a tomarte un café te vas a dar un paseo con una fruta tomando el sol. El sol influye en nuestro estado anímico una barbaridad, nos relaja y nos da una energía natural. La gente cuanto más mayor, más carencia de Vitamina D suele tener, independientemente de que intervengan procesos como la osteoporosis, para lo que el sol es extraordinariamente beneficioso.
Siempre insisto en que además de la alimentación tenemos que dormir lo suficiente y tomar el sol que necesitamos, no tostarnos cuando llega el verano, eso es una barbaridad, pero sí todos los días unos minutos. Y dentro de la dieta tú la complementas si tienes una actitud positiva, lo que no quiere decir ser superficial, ni pensar que todo es maravilloso, sino que en cuanto a que si tengo dificultades las analizo de forma objetiva, ante ellas no me paro, intento superarlas y cuando no las supero no me hundo, me preparo para la siguiente vez. Ésa es la gran diferencia.
Y en un tipo de vida en el que nos relacionamos mucho, hemos visto que el efecto de la pandemia ha sido totalmente destructivo. ¿Por qué los adolescentes son ahora mismo la población a la que más le ha afectado? Porque les hemos quitado lo más importante, que es la relación con los iguales. ¿Por qué muchas personas adultas se han sentido terriblemente solas? Porque se han quedado trabajando en casa con teletrabajo, privadas de esa interrelación. ¿Por qué mucha gente mayor ha dado un bajón impresionante? Físicamente, no han andado -el ejercicio es el antidepresivo natural- y no sólo se han quedado en casa y han perdido masa muscular, sino que no se han relacionado con su gente. Han dejado de hacer actividades en los centros de la Tercera Edad de los ayuntamientos, que no sólo favorecen la socialización, sino también el estímulo intelectual. Una persona mayor cuando juega a las cartas o al dominó está cognitivamente haciendo una serie de ejercicios que le sientan muy bien. Estamos en un país donde el clima favorece nuestra interrelación; no dejemos de hacerlo nunca, pero en positivo, con ese buen ánimo.
Hicimos un estudio con una selección muy larga y un año nos dimos cuenta de que a partir de la tercera hora los resultados en los tests habían bajado muchísimo. Al año siguiente lo que hicimos fue establecer un descanso y a la gente no le dejamos que tomara un café con leche, sino básicamente fruta, además dulce, bastante estimulante, y derivados lácteos. La diferencia entre los tests que habían hecho un año antes y un año posterior en esa segunda parte de la mañana fue muy significativa. ¿Por qué? Por esa ingesta.
Además, la alimentación necesita sus tiempos, sus procesos y sus ritmos. Hay que tomarla despacio, saboreando y sintiendo para que realmente obtengamos los beneficios que lleva consigo. Parece como si la comida sólo fuera un placer cuando vamos a un gran restaurante y pedimos una comida muy buena, mientras que esos pequeños placeres todos los días en las cuatro o cinco comidas que deberíamos hacer normalmente los hemos perdido.
Es una cuestión de hábitos y adquirirlos depende de disponer de una buena información y de voluntad para cambiarlos.
Sí, querer hacerlo, tener esa información y tener un ambiente propicio que te favorezca. Pero yo siempre digo que el hecho de que no comamos en nuestras casas no es obstáculo para que si nos organizamos bien, sigamos teniendo una buena alimentación. ¿La gente por qué come tanto? Porque ha desayunado mal y no ha hecho las comidas adecuadas a lo largo del día, de modo que cuando llega a casa por la noche cena mucho.
Otro aspecto importante es que las personas tengan una buena hidratación. Es algo que, de nuevo, no cuidamos. Hidratación de no estar bebiendo colas ni bebidas azucaradas, sino suficiente agua todos los días, que influye bastante en el estado de ánimo y en el rendimiento intelectual. Es tan sencillo como saber que a lo largo del día debes tomar uno o dos litros, aunque tu organismo no te lo pida.
Más información, en la web alavareyes.com