Lecciones para cazar a los mentirosos. Colaboración de Mª Jesús Álava con el diario El Mundo
-La prueba del algodón es la incoherencia. Si hay algo que delata al embustero es la falta de correspondencia entre lo que dice y hace.
– Se engaña mucho y en todos los ámbitos de la vida porque no suele haber consecuencias. Las mujeres están más alerta que los hombres.
06/11/2016
03:12
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Todos mentimos. Varias veces al día.
En ocasiones, sin necesidad o sentido. Simplemente, por costumbre». Así de tajante se muestra la psicóloga María Jesús Álava Reyes. Tras el éxito de
La inutilidad del sufrimiento
y después de constatar en su consulta que gran parte del duelo humano está causado por embustes, la psicóloga plasma ahora en
La verdad de la mentira
(La Esfera de los Libros) las claves para cazar a potenciales
Pinochos
. No es tan difícil ponerles la cara colorada, como demuestran los casos Lewinsky y Watergate, cuando Clinton y Nixon indignaron a la opinión pública.
Desde pequeños tendrían que
enseñarnos a no mentirnos a nosotros mismos y a desactivar las mentiras de los otros
, según la profesional. «Conviene que tengamos recursos suficientes para buscar la verdad en nuestras vidas y defendernos así de las personas que tenemos a nuestro alrededor».
Salvo para quien engaña por automatismo, las mentiras propias y ajenas siempre esconden un «beneficio propio». Cada persona tiene su motivación. «Caer bien, agradar, por inseguridad, baja autoestima… Pero, sobre todo,
para manipular y obtener alguna ventaja
«. Hay que instruirse para escapar de estas falsedades pues, insiste, la mayoría no es consciente de hasta qué punto la mentira y el engaño están presentes en sus vidas.
«Quien es generoso y sensible está en inferioridad de condiciones en este mundo lleno de agresividad y mentira. Son muy susceptibles de ser manipulados por personas que hacen del engaño un patrón de vida o un recurso para aprovecharse de ellos. En cambio,
las malas personas mienten sin pestañear y viven tan felices».
Desde niños
Pinocho, el cuento del niño al que le crecía la nariz cuando mentía. | PRESAS
Lo más relevante es que el mentiroso comienza a serlo desde la cuna. «Un niño de tres años que acaba de hacer una trastada delante de ti te dice ‘yo no he sido’ para eludir responsabilidades, evitar un castigo o una bronca. No pasa factura porque hasta los adultos se ríen de esa situación. Muchos de estos críos crecen y se quedan en esta etapa, así que lo siguen haciendo de forma automática en su adolescencia, como un resorte. Copian en un examen y no pasa nada porque salen recompensados con el aprobado.
Se hacen adultos y continúan mintiendo con una impunidad enorme
«.
Para la experta, si en la sociedad el engaño estuviera penado se mentiría menos. «En el mundo occidental, por lo general, y en España en particular somos muy permisivos.
Mentir sale gratis
«.
Quizá en el terreno de la política es donde mejor se puede apreciar esta declaración. Todos los actos de campaña quedan registrados resulta sencillo observar cómo las promesas y las afirmaciones categóricas terminan siendo contrarias a las actuaciones posteriores sea cual sea el color. La psicóloga no tenía previsto dedicar un capítulo a la cuestión pero, dada la excepcional situación, no pudo evitar incluirlo. «Tenemos la sensación de que
nos consideran bobos. Nos dicen una cosa y hacen la contraria.
Utilizan cualquier recurso para tratarnos con desprecio. Cuando un periodista les pregunta por sus incoherencias, le responden ‘qué abrigo más bonito’. Desde el sillón de casa te quedas pensando, ¿cómo es posible?».
Recursos habituales en política
«Los políticos están entrenados para mentir», dice Mª Jesús Álava Reyes | GTRES
La psicóloga explica la desafección de la ciudadanía hacia la política porque los ciudadanos perciben
«que no hay consecuencias» cuando un político miente
. «No pasa nada. La vida sigue». Achaca la falta de protesta a esa tolerancia: «Para el ejercicio de la política exigimos menos requisitos de los que le pedimos al último aprendiz. Somos de un partido como de un equipo de fútbol». Nos cuesta reconocer el engaño porque sólo conocemos a los candidatos través de los medios de comunicación. «Cuando no existe una relación personal, es más difícil cazar mentiras». Se produce un problema añadido, que «les
entrenan para mentir
y ocultar sus motivaciones». Y tampoco se atacan entre ellos por las debilidades que pueda sacar a relucir el adversario. «Por eso engañan de forma descarada».
Sin embargo, hay un perfil que podemos reconocer. «El más agresivo. Intenta activar nuestros sentimientos para que actuemos más desde la emoción que desde el razonamiento». La psicóloga advierte de esa forma de retorcer la realidad. «Hay que permanecer más atentos a lo que hacen que a lo que dicen y tomar distancia pese a la simpatía.
¡Cuidado con los que aparentan estar siempre en posesión de la verdad!
Elevan el tono de voz, utilizan frases negativas, imperativos o paradojas, como ‘no queremos apoyar pero tampoco obstaculizar’ o ‘no hacemos esto, pero no pretendemos lo contrario'».
La infidelidad, a la orden del día
Fotograma de la película ‘Infiel’, una mentira habitual en las relaciones. | GTRES
Y si la política es el ámbito donde más se miente, las relaciones de pareja no se quedan atrás. «Alicia sorprende al marido de su mejor amiga con otra mujer. Esa misma noche van a cenar con la pareja. ¿Debe contarlo? Su propio marido insiste con vehemencia en que no lo haga. ¿Por qué? ¿Tiene él algo que ocultar?». Así se despliega
La Mentira
sobre el escenario del Teatro Maravillas de Madrid, donde Mapi Sagasta, una de las cuatro protagonistas de la obra, trata de mentir con toda la verdad posible para dar vida a su personaje. «Desde el humor afloran las muchas contradicciones y aristas que conforman a cada pareja.
La mentira, en general, suele ser una herramienta de supervivencia
que todos utilizamos», cuenta la actriz.
Como en esta obra, los casos reales más frecuentes para Álava son los relacionados con la infidelidad,
«a la orden del día y mucho más extendida de lo que se cree»
; el despecho, «una de las emociones más innobles y que lleva a mentir a pesar de que los hijos sean los primeros en sufrir las consecuencias», y la sexualidad, «las mentiras más dolorosas y numerosas».
La experiencia le dice que las mujeres suelen ser más observadoras
y están más atentas a las señales. Por el contrario, «muchos hombres actúan con enorme ingenuidad». Cuando más se miente es en la primera cita para seducir, aunque más adelante «salga a relucir la auténtica faz». La psicóloga asegura que hay que estar muy fuerte emocionalmente para despertar de un sueño que parecía maravilloso. «Cuando una persona piensa que tiene derecho a ser infiel, la mentira será una constante en su vida. No es tan difícil cazar a un mentiroso, pero la afectividad juega en contra para descubrir la verdad».
La profesional invita a estar alerta con las personas que queremos si se sospecha pero
no hay que confundir confianza con esclavitud
ni respeto con una relación carente de libertad. «Cuando se ama a una persona hay un mecanismo interno que te hace tolerar todo y menos te quieres dar cuenta de la realidad».
No decir todo lo que hacemos no es mentir, analiza la psicóloga, quien es partidaria de guardar algunos sucesos de nuestra vida en la intimidad en lugar de compartir todo. »
Es más difícil vivir con nuestros errores que pedir un perdón que tranquilice».
La disyuntiva es complicada. María Jesús ha aconsejado en su consulta a personas que se han arrepentido de una infidelidad y deciden seguir con su pareja por encima de todo que se lo piensen antes de confesar. «La necesidad de decirlo, ¿es por descargar la culpa? Si con eso lo único que consigues es que el otro se quede hundido en la miseria, ¿qué adelantas con ello? Tú puedes quedarte más tranquilo, pero el hecho de que lo conozca, si quieres seguir con esa persona, ¿en qué medida va a ayudar?
Va a generar inseguridad
y zozobra».
De aceptarse esta tesis, surgen muchos interrogantes. ¿Es justo que en una pareja una de las partes no tenga toda la información? «Lo que no es justo es que hagamos sufrir inútilmente». Y si más adelante se descubre esa ocultación, ¿no será peor para la relación? «Es el momento de asumirlo en lugar de negarlo y explicarle que el daño estaba ya hecho, del cual nos arrepentimos. Claro que la mayoría de las veces no se descubre. Si la mitad de las mentiras habituales no las descubrimos,
las relacionadas con la infidelidad menos porque ponemos cuidado».
Destapar a un infiel
Las nuevas tecnologías son un arma de doble filo para infieles. | GTRES
Una vez más, la prueba del algodón es la incoherencia.
«Contrastemos las palabras de la pareja con sus hechos, es la mayor prueba».
Sus propias contradicciones pueden ayudar a destaparlo. «Alguien que mintió en el pasado es más fácil que vuelva a hacerlo. Personas con agresividad también es más fácil que mientan. Otro patrón es el típico narcisista que está en posesión de la verdad y trata a los demás con desprecio. Ante ambiciosos, estemos alerta, están predispuestos a mentir. Y ojo a la frialdad, con la falta de empatía».
Las nuevas tecnologías son en este sentido un arma de doble filo. Por un lado, pueden resultar muy útiles para descubrir a mentirosos y, por otro, facilitan el que engaña esa labor de llevar una doble vida. María Jesús no es partidaria de convertirse en un policía con la pareja y aconseja respetar una esfera de privacidad. «Hay cónyuges que constantemente se están espiando: se cogen los móviles, miran las redes sociales con las contraseñas del otro o jaquean sus correos. A mí me parece una canallada. El amor no te da derecho a que la otra persona se desnude constantemente». ¿Y si no hay otra manera de comprobarlo? La psicóloga es contundente:
«Lo veo humano pero no debemos llegar a ello».
Tampoco funciona eso de ‘mírame a los ojos’. «Hay personas que te miran y mienten como bellacos. Hay que tener grandeza para asumir que se ha engañado. Muchos no son capaces de reconocerlo.
Van a tratar de desacreditar a quien le descubra
«.
La respuesta más repetida es negar los hechos, por muy concluyentes que sean las pruebas. Pese al temor por la reacción, cuando descubrimos a un mentiroso, lo peor que podemos hacer es pasarlo por alto. «Hay que enfrentarle a las consecuencias de sus mentiras.
No pueden ser que tú te lleves un disgusto enorme, a la otra persona le tiene que afectar en algo
porque si no, va a seguir mintiendo».
Si se decide perdonar, toca enfrentarse a la desconfianza. «Te queda una sensación de… ¿Y qué me creo yo a partir de ahora en la relación con esta persona?». Mentiras pasadas nos están anticipando mentiras futuras, advierte Álava Reyes.
«La persona que miente, cuanto más lo hace, menos le cuesta mentir.
También sucede lo contrario, quien no suele mentir va a pedir disculpas en ese sentido».
Y obviamente, al descubrirse el engaño, la credibilidad hacia esa persona se ve afectada, sea cual sea el vínculo existente: «Puedes llegar a perdonar pero la interrogación te queda durante un tiempo. Tienes que demostrar mucho y durante muchos años para que eso termine superándose porque
la relación se empaña.
Siempre queda un interrogante».
En el trabajo
En las entrevistas de trabajo se suele mentir habitualmente. | GTRES
Pasamos un tercio de la vida trabajando, por lo que no es de extrañar que las mentiras en la esfera laboral también sean frecuentes, ya sea para conseguir un puesto, encubrir fallos y lograr prebendas o esconder adicciones como alcohol y ludopatía. «La mentira está presente en todas las áreas de la vida. A nivel social,
las personas más inseguras, con la autoestima más baja
y dependientes de la opinión de los demás, suelen engañar. Uno de los problemas que tienen es que no saben decir no. Entonces, empiezan a inventar excusas en su vida», revela la psicóloga.
En el lado opuesto están las personas que tienen una ambición desmesurada o son envidiosas. «Mienten sin ningún tipo de pudor para
intentar poner piedras en el camino a otros que son mejores profesionales.
Se dirigen muchas veces a los jefes para conseguir una proyección que seguramente no tendrían por méritos propios. También las típicas personas manipuladoras para las cuales mentir es un recurso que utilizan para la extorsión». María Jesús alarma del éxito de muchos de estos mentirosos en el trabajo. «Suelen ser profesionales de renombre, personas a las que es difícil enfrentarse porque la mayoría de la gente se siente en inferioridad. Hacen un daño tremendo».
Si no pasa nada por mentir, como la psicóloga avisa, habrá gente que busque atajos y que haga de la mentira su medio. «Como sucede con las primeras citas amorosas, en el trabajo mentimos desde el principio». La profesional, siempre ha constatado la desprotección y falta de recursos que sufren los buenos profesionales para enfrentarse a compañeros sin escrúpulos:
«Utilizan cualquier mentira, por obscena que sea, para conseguir sus fines».
Quitar importancia es el peor favor que le podemos hacer a quien engaña. «La primera consigna con un mentiroso compulsivo es sorprenderlo y
no entrar nunca en sus provocaciones».
Respecto a las adicciones, un principio eficaz es observar cómo estas personas se aíslan, viven en un mundo paralelo y gastan demasiado: «Prometen y no cumplen. No hacen lo que dicen».
Mentiras piadosas
Una vez claro que los grandes embustes de la vida empiezan por pequeñas mentiras en nuestro día a día y que no debemos ser ingenuos porque la mayoría miente es momento de no relajarse con lo que suena bien. «Si no estamos atentos a las mentiras,
viviremos una irrealidad que, tarde o temprano, nos estallará».
Con su manual, María Jesús pretende que las personas no se dejen engañar aunque sí toleraría ciertas mentiras porque no todas son igual de malas. «Hay gente que miente por altruismo y por cariño, y en esos casos estaría justificado».
Habla de las llamadas mentiras piadosas, aquellas que soltamos para no hacer daño. «Los psicólogos decimos que
una cosa es mentir y otra no expresar una realidad.
No tenemos por qué decir todo lo que pensamos». Otro caso en el que sí vería ‘bien’ mentir es cuando nos encontramos ante personas enfermas, para no privarles de esperanza. «Si se va a morir dentro de una semana no es necesario decírselo. Quizá sea mejor expresarle que no nos queda mucho tiempo, que disfrute al máximo, que lo viva con ilusión y con ánimo… Todo el mundo tiene derecho a saber la verdad pero sin crueldad».