Esto es lo que debes hacer si tienes a un familiar ingresado en el hospital.
Rabia, incertidumbre. Miedo. Muchas personas con familiares con coronavirus sufren por no acompañarles en su enfermedad. Los expertos aconsejan cómo sobrellevar esta situación en la distancia.
Javier Blas, psicólogo de Emergencias de Samur-Protección Civil, conoce muy bien el sufrimiento de muchas familias que ven cómo sus seres queridos enfermos por coronavirus salen de casa en ambulancia para ser ingresados en un hospital sin la posibilidad de acompañarlos.
Impotencia, rabia, incertidumbre, indignación. Miedo. «Es completamente humano sentir todo esto cada vez que se hace un ingreso y la familia no puede estar junto al enfermo y no sabe con exactitud cómo está en cada momento. Sin embargo, como es una realidad que, de momento, no se puede cambiar por la situación actual y los graves efectos del Covid-19, es conveniente calmar a las familias y transmitir un mensaje de tranquilidad porque sus seres queridos están atendidos por profesionales de la salud, están en las mejores manos posibles en estas circunstancias».
Señala este experto que es muy importante que los familiares «asuman cuanto antes que no pueden estar haciéndoles compañía y que no luchen contra esta idea porque dada la situación no es viable y, por ello, aunque no sea fácil, deben asimilar esta frustración.
Según Javier Blas, a los enfermos que están trasladando al hospital que se acaba de montar en Ifema (Madrid) «se les está facilitando un teléfono móvil para que puedan comunicarse con sus familiares y tranquilizarles sobre su estado. En breve quizá también podremos dotarles del uso de tablet. Además si, cuando se da el parte médico diario, la familia considera que necesita ayuda psicológica se le va a aportar para facilitarles pautas de regularización de la situación mientras están confinados en casa».
Aceptar la nueva situación
María Jesús Álava Reyes, directora del Centro de Psicología Álava Reyes y autora de «La inutilidad del sufrimiento», coincide con Javier Blas en que lo mejor para la familia en esos duros momentos es «empezar a aceptar la nueva situación, quedarse en casa y atender las indicaciones médicas sobre el paciente. Pero, claro, la incertidumbre es muy dura –reconoce– y provoca dos situaciones principales en las personas».
Por un lado, matiza que hay quien expresa externamente su enfado, dolor, desesperación, a veces, incluso, con agresividad. «Estas personas superarán mejor a la larga su sufrimiento porque son capaces de sacar tensiones fuera. Sin embargo, a quienes interiorizan su tristeza, no transmiten su agonía ni manifiestan su preocupación y ansiedad, les pesará en el futuro».
Por ello, recomienda localizar siempre a un interlocutor con quien compartir todos los pensamientos que pasan por la cabeza de una persona que no puede estar junto a su ser querido para atenderle y cuidarle adecuadamente con su cariño. Puede ser un familiar, un amigo o un psicólogo en el que se confíe para tal objetivo.
«No se deben retroalimentar los malos pensamientos, el dolor y la angustia porque ni resuelven la situación, ni sanan a la persona que está sola, ni ayudan al bienestar de quien los sufre»
En cualquier caso, advierte Álava Reyes, lo que no se puede hacer es retroalimentar los malos pensamientos, el dolor y la angustia porque ni resuelven la situación, ni sanan a la persona que está sola, ni ayudan al bienestar de quien lo sufre. «Hay que dirigir el pensamiento –aconseja– hacia lo que puedo hacer por mí mismo y por mi familia porque ante esta situación hay otros familiares con los que se convive en el mismo hogar que también sufren por no estar al lado de ese ser querido y necesitan igualmente apoyo».
También considera esencial la autora de «La inutilidad del sufrimiento» transmitir mensajes positivos y esperanzadores cuando se hable con el familiar ingresado. «No debe percibir nuestra angustia. La conversación debe ser pausada porque estará muy cansado y hay que aprovechar el momento para decirle lo importante que es en nuestra vida para poder trasladarle toda nuestra fortaleza».