¿Qué nos motiva?
El reconocimiento es un estímulo universal para el individuo, pero lo más importante es encontrar el impulso que venga de uno mismo
Cada persona vive su propia realidad; a veces será un presente más fácil y en ocasiones más complicado, pero es mucho lo que puede hacer el ser humano para influir en sus circunstancias y conseguir que su vida sea mejor. Y una herramienta vital para conseguirlo será la motivación.
¿Cómo nos motivamos? ¿Hay alguna cosa que motive o desmotive a todo el mundo?
Si aceptamos el principio de que cada persona es única, entenderemos que a cada individuo le motiven cosas diferentes.
Las circunstancias, la edad o el entorno, entre otros factores, también influyen de forma significativa. No nos impulsa lo mismo cuando tenemos 18 años que cuando hemos pasado los 50. De la misma forma, tampoco nos estimulamos igual cuando estamos felices o infelices, pero el principio general es que todo el mundo puede motivarse, y la más fundamental es la automotivación (la interior), de la misma forma que el mejor compromiso, es el compromiso interno.
¿Cuáles son los principales motivadores?
Habrá personas a las que les incite fundamentalmente el dinero, el confort, el trabajo seguro, las posibilidades de promoción o formación, el reconocimiento hacia su labor, los objetivos que puede alcanzar… y otras que se sientan más atraídas por la seguridad, la capacidad de autonomía, de participación en las decisiones, de compatibilizar su vida profesional y familiar…
Para explicar esto tenemos la célebre jerarquía de necesidades de Maslow, que dice que nuestra motivación vendrá determinada según el nivel en que estén cubiertas esas necesidades que básicamente son las fisiológicas básicas, como la necesidad de supervivencia.
Tenemos también la necesidad de seguridad, que es el requerimiento fundamental para eliminar riesgos.
En un tercer escalón estarían las sociales, que son las necesidades que implican relacionarnos con los demás. Y, por detrás, se colocarían otras como la autoestima y la autorrealización: necesitamos sentirnos importantes y satisfechos con nosotros mismos.
¿Hay motivaciones que son permanentes?
Sabemos que las necesidades más básicas solo animan de manera puntual, concretamente mientras no se tienen cubiertas. Por el contrario, las necesidades superiores lo hacen de forma permanente. Por ejemplo, la necesidad de autorrealización.
Muchas personas se pasan la vida intentando alcanzar ese nivel. Lo que sí que puede cambiar es la forma de autorrealizarnos. Unas veces nuestra meta será conseguir un determinado nivel de formación y en otras ocasiones será lograr que nuestra vida sea útil a los demás.
¿Algunas personas tienen más fácil motivar a otras?
Depende de cada uno, pero hay quien lo puede tener más accesible. Por ejemplo, todos los que son jefes pueden motivar a las personas que tienen a su cargo ayudando a que suba su nivel de autoestima y de autorrealización.
Los niños se motivan mucho cuando les damos pequeñas funciones o cuando les dejamos que nos ayuden en alguna tarea. Les motiva el sentir que confiamos en ellos.
¿Hay algún motivador universal?
Hay efectivamente un motivador universal, que es el reconocimiento.
Este estímulo lo logramos a través de las relaciones con los demás. Desde la psicología sabemos que el reconocimiento motiva siempre.
Otro gran motivador son las emociones compartidas. Esas vivencias, con frecuencia, sacan lo mejor de nosotros y se agrandan al máximo porque se comparten con otras personas.
Como seres sensibles y sociables que somos, o que intentamos ser, nuestro gran reto será descubrir qué es lo que motiva a las personas que tenemos a nuestro lado.
Reflexión final:
Si te falta la motivación, búscala y no pares hasta encontrarla. Recuerda que el estímulo más importante es el interno y para motivarte deberías ilusionarte cada día y cada instante de tu vida.