Fútbol: un carrusel de emociones a flor de piel
Según investigadores, la pasión que sienten los hinchas por el fútbol es similar al sentimiento de una persona enamorada.
Por Gema Puerto
¡GOOOOOOOOL! Es pronunciar automáticamente esta palabra y la alegría y la unidad de grupo entre los aficionados futbolísticos acuden raudas al encuentro. Pero, si es, al contrario, si es el adversario el que mete gol en puerta, lo que ocurre es muy distinto. La sensación de impotencia y derrota corre de forma precipitada por la amígdala cerebral y la pasión por el fútbol puede tornarse en obsesión y perjudicar el comportamiento racional, pasando al grado de fanatismo.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Coimbra, en Portugal demostraron que la pasión que sienten los hinchas por el fútbol es similar al sentimiento de una persona enamorada y que los circuitos cerebrales que se activan son los mismos que en los casos del amor romántico.
Revolución de hormonas a flor de piel
Ver un partido de fútbol, como tantos actos sociales, deriva en muchas respuestas emocionales que dependen, en gran medida, “de cómo condicionado esté lo que se ve, de si se gana, se pierde o si se recibe alguna injusticia”, cómo asegura el psicólogo deportivo Jorge Pedraza de la clínica Álava Reyes.
Mientras vemos un partido de fútbol, a nivel fisiológico, las hormonas sufren una revolución difícil de controlar. Hay momentos de subidas de distintos neurotransmisores como la dopamina, que regula emotividad; la serotonina, que controla el estado de ánimo; o el cortisol, la hormona del estrés. “Un cóctel muy complejo a veces difícil de gestionar cuyos efectos son de corto alcance y dependen de la relevancia que tenga el fútbol en nuestra vida y de si nuestro día a día está completo con otras cosas”, como añade Pedraza.
La identidad de grupo y sus efectos
Si nos identificamos con un equipo de fútbol y tenemos identidad de grupo, lo que viva nuestro equipo lo viviremos como propio. Tanto la victoria como la derrota. Un partido de fútbol, como cualquier otro momento estresor, para las personas que así lo viven “puede conllevar cualquier tipo de problemas; así, si la persona tiene cualquier patología biológica identificada, como una cardiopatía cualquier contexto estresor como un partido de fútbol puede ser peligroso”, explica Pedraza.
Las conductas en contextos de fútbol no solo dependen del fútbol, también de la persona y de cómo esa persona ha aprendido a interactuar consigo misma y con sus iguales, además de cómo gestiona el estrés.
Como asegura este experto en psicología deportiva, “las conductas agresivas y violentas del fútbol no se derivan del partido de fútbol en sí. Si se produce ira y malestar, los detonantes pueden ser otros.
Y es que, si bien un encuentro deportivo fomenta la unidad y el trato colectivo, también puede potenciar algunas actitudes menos positivas.