Psicología: Cómo superar la melancolía y añoranza del pasado
No dejemos que la melancolía nos lleve a una tristeza constante o una desesperanza permanente. Podemos superar esa añoranza del pasado y disfrutar de las oportunidades que ofrece el presente. Desde el punto de vista clínico, la melancolía se enmarca dentro de los trastornos del estado de ánimo. Son episodios que provocan un malestar muy significativo y un deterioro social de la vida del individuo. De forma más coloquial, es un estado de profunda tristeza y añoranza que permanece en el tiempo. Personas que se han anclado en una temporada pasada de su vida o en algo que nunca han tenido.
¿Qué sienten las personas ancladas en el pasado?
Para estas personas todo es extremo. El dolor que sienten, el desengaño, el sufrimiento. Recrean una y otra vez lo que les hizo daño, miran fotos de personas que perdieron, de amores imposibles. Creen que solo la vuelta a la situación pasada les trae la felicidad perdida. Pero están equivocadas. Se pueden sentir mejor y no es necesario volver a esas situaciones.
¿Cómo superarla?
Para superarlo, un aspecto inicial es querer hacerlo. Hay que aprender de las experiencias. Se pasan la vida sufriendo inútilmente. Deben extraer lo útil que han vivido para cambiar el rumbo de sus emociones. Se tienen que dar cuenta que el presente es lo que les pertenece. Tienen que ser más positivos y prácticos para que la melancolía les abandone. Tienen que creer en ellos mismos y saber que pueden recuperarse.
Es clave invertir los recuerdos, recrear situaciones que nos traen felicidad. Mimar a sus amigos en lugar de machacarles contando siempre sus tristezas compartir actividades. Evitar los pensamientos catastrofistas. Se puede escribir en una lista las cosas positivas que te dicen. Romper la tendencia de quedarse en casa y hacer ejercicio físico. Buscar proyectos a corto y medio plazo. Y reírse aunque no les apetezca. La risa es tan poderosa que es una de las mejores medicinas para nuestro organismo. La tristeza como la melancolía pueden ser contagiosas. El mejor antídoto es la ilusión. Hay que buscar una ilusión que te anime, estimule y alegre tu corazón.
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