¿Hemos perdido la ilusión? Silvia Álava para «Padres y Colegios»
Afrontábamos el nuevo curso escolar como un gran reto, una oportunidad para recuperar el tiempo perdido tanto a nivel curricular como con los amigos, y sin embargo, según van pasando los días y la situación se vuelve a complicar, parece que vamos perdiendo la ilusión. Las cosas no son como nos las habíamos imaginado y la incertidumbre ha llegado para quedarse.
Los niños de nuevo nos están dando una gran lección. Si bien es cierto que muchos de ellos se encuentran muy frustrados e incluso cargados de una rabia que no saben gestionar y la trasforman en conductas disruptivas; otros muchos nos demuestran que pueden aprender a ser felices y a mantener sus ilusiones pese a que no les guste la situación provocada por la pandemia. Sin embargo, a los adultos nos cuesta más y pese a que sabemos que tenemos que ser un modelo de resiliencia para nuestros hijos y alumnos, en ocasiones nos resulta difícil mantener vivas nuestras ilusiones. Y es que,
“…podemos vivir sin apenas dinero, con poca salud, pero no podemos vivir sin ilusiones”.
María Jesús Álava Reyes
Cuando nos faltan las ilusiones pasamos de vivir a sobrevivir. Por eso en este artículo queremos contaros técnicas y estrategias para recuperar la ilusión, en primera persona, para luego poder transmitírselo a nuestros hijos y alumnos. Recordemos que los niños y adolescentes tiene una estupenda capacidad de observación y no podemos engañarles diciendo que estamos bien, cuando en absoluto nos sentimos así.
¿Por qué estamos tan desilusionados?
Muchas veces detrás de la desilusión están unas expectativas demasiado altas, o poco realistas, que se vuelven inalcanzables. Esto nos genera emociones de enfado, tristeza, frustración y sobre todo de pérdida de ilusión. Quizás esperábamos que la pandemia estuviese controlada antes, que la situación volviera a la normalidad y al no ser así la ilusión se desvanece.
Sentir poco apoyo también es algo que nos desmotiva y que hace que nos desilusionemos. A lo largo de esta crisis hemos visto cómo muchos profesionales daban lo mejor de sí mismos supliendo en muchas ocasiones la falta de medios por una gran motivación y una excelente vocación de servicio. Sin embargo, cuando la situación se repite, seguir sin contar con los medios suficientes es algo que además de provocar una falta de ilusión, desmotiva, dado que se puede interpretar como: “yo ya hice mi trabajo, di el 200% y el sistema sigue sin darme el apoyo necesario para que podamos realizar bien nuestra tarea”.
Sabemos que cuando nos quedamos instaurados en la queja, las ilusiones se esfuman. Ante una situación como la que vivimos es normal sentir emociones desagradables como enfado, tristeza o frustración. Pero quedarnos enganchados en la queja rumiando sobre las mismas no ayuda. Es mejor aprender a reconocerlas, no taparlas, e intentar centrarnos en lo que sí que podemos hacer.
Las actitudes negativas, pensar que todo va a ir mal, ponernos continuamente en el peor escenario posible, tampoco ayudan. Nos hacen perder la esperanza y la ilusión.
¿Cómo recuperar la ilusión?
Sé que puede parecer complicado, pero todos podemos hacer algo para sentirnos mejor, volver a vivir con esperanza y recuperar la ilusión. La esperanza, además de generar confianza en uno mismo y en los demás, mejora nuestra fortalezas y potencia actitudes positivas ante las situaciones problemáticas. Además, también podemos hacer que nuestros hijos y alumnos recuperen la ilusión perdida. Para ello:
1. Párate y observa cómo te sientes, etiqueta la emoción, sin juzgarla y sin quedarte enganchado en las causas de esta.
2 .Una vez que hemos reconocido cómo nos sentimos y, sobre todo que hemos decidido salir de la situación, llega el momento de romper ese círculo vicioso. Para ello deja de quejarte. La queja consume tus energías y las de las personas que te rodean.
3. Genera mensajes positivos, o por lo menos más realistas y menos catastróficos de los que te sueles dar o de los que trasmites a tu entorno. Las personas optimistas nos contagian de su positividad y nos trasmiten su fuerza y su energía.
4. Se autocompasivo. Háblate con dulzura y cariño. Muchas veces nosotros mismos somos nuestro peor enemigo y no somos conscientes de que ese lenguaje interno mata poco a poco nuestras ilusiones.
5.Si te cuesta ser más positivo, prueba a hablarte como si fueses un amigo. Generalmente con los demás no somos tan críticos y nos cuesta menos encontrar soluciones a los problemas de los demás que a los propios.
6. Sé realista. Pon el foco en lo positivo, y en los pequeños avances que haces tanto en tu persona como las mejoras que observas en los que te rodean.
7. Utiliza el sentido del humor. El sentido del humor nos permite ampliar el foco, ver la situación desde otra perspectiva mucho más alejada, en la que de forma natural relativizamos la situación y los problemas. La risa es una forma de liberar tensiones, y como todas las actitudes, de nuevo es algo que se puede entrenar.
8. Entrena, entrena y sigue entrenando. Cambiar las actitudes no es fácil. Es algo que cuesta, y mucho. Pero con esfuerzo se puede conseguir. Los cambios no se consiguen de la noche a la mañana.