«La indefensión aprendida genera la sensación de carecer de recursos para salir adelante». Ángel Peralbo para «Gestionando Hijos»
Hace unos meses se hizo viral el vídeo de un chico joven que aseguraba que cuando alguien sufre bullying “es por algo” y que salir de una experiencia como esta “te hace más fuerte”. Esas palabras fueron aplaudidas por mucha gente, pero también muy criticadas. Y en nuestras cabecitas quedaron resonando, así que quisimos disipar las dudas al respecto.
Hablamos mucho del bullying, de cómo prevenirlo, de cómo atajarlo… ¿Pero cuáles son las consecuencias que tiene el acoso escolar a largo plazo? Sobre este tema hemos hablado con Ángel Peralbo, psicólogo director del área de adolescentes del Gabinete de psicología Álava Reyes, para que nos ayude a resolver estas dudas.
Ángel, ¿qué opinas de la premisa que se defiende en el vídeo del que hablábamos? ¿Es siempre así? ¿Uno siempre sale reforzado de una situación de acoso durante la infancia/adolescencia?
Desgraciadamente, no siempre las experiencias difíciles, críticas, desgraciadas de la vida, tienen consecuencias positivas. Las hay de todos los colores, tantos como experiencias, personalidades y entornos…
Es cierto que muchas adversidades en la vida nos brindan una oportunidad para el aprendizaje de nuevos recursos, para el cambio a mejor… todos conocemos personas que a raíz de su peor pesadilla nos expresan que se convirtieron en lo mejor de sí mismos, incluso en lo que nunca se hubieran imaginado.
Pero, sin duda, cuando hablamos de momentos tan difíciles como el bullying, que acontece a una edad en la que somos tan vulnerables, tan ingenuos, tan naturales, que puede afectar a los sistemas más básicos relacionados con la autoestima, con la seguridad que nos debería venir del entorno de iguales en que nos movemos y con la soledad que encuentran los jóvenes cuando sienten que mejor es no compartirlo –claro error, pero que siempre aparece en este tipo de procesos– hasta que, por acumulación e insistencia, se va produciendo en el menor una indefensión aprendida que le genera la sensación progresiva de carecer absolutamente de recursos para salir adelante.
¿De qué maneras puede afectar a un niño o niña a largo plazo pasar por una situación de bullying? Supongo que habrá diversos factores que pueden influir…
Cuando se pasa por una situación de bullying lo habitual es que se pierda mucha confianza en el entorno y en uno mismo. En el corto plazo, es probable que experimente miedo, infravaloración, vergüenza, aislamiento, depresión…
Y en el largo plazo, aunque evidentemente existen factores que nos pueden facilitar la superación del efecto negativo de estas experiencias y que permitan hablar de ello como algo del pasado, superado, y con lo que no nos identifiquemos, o incluso permitirnos fortalecernos y que la experiencia sume recursos y fortalezas, en muchos casos puede llevar a esos menores a crecer con esa sensación de falta de valía, esos complejos y una falta de autoestima que se arrastre durante mucho tiempo después y que esté presente en forma de recuerdos recurrentes, o cierta ansiedad ante situaciones donde se piense o se sienta que se puede producir una situación similar, o la evitación de situaciones similares…
En ocasiones, tanto jóvenes como adultos, cuando se enfrentan a ciertos momentos difíciles vitales, traen a colación esos traumas de hace años y lo hacen como si tuvieran en cierta manera aún en la actualidad algún efecto, aún hay emociones asociadas al recuerdo, malestar que muchas veces no saben interpretar, sino que simplemente está ahí y duele como si fuera ayer.
¿Cómo podemos actuar madres/padres para minimizar el riesgo de que nuestros hijos sufran estos efectos si alguna vez son víctimas de acoso escolar?
El entorno es el principal enclave de recuperación y de superación de este tipo de problemas, tanto en relación a su labor proactiva, como durante y después. Me explico:
En el bullying la prevención no suele ser el punto fuerte ya que, cuando la familia se entera, generalmente el problema se lleva gestando ya durante bastante tiempo atrás. No obstante, una adecuada comunicación que permita testar el estado emocional de los hijos es clave para interpretar cómo se pueden sentir y a partir de ahí indagar, directa o indirectamente, qué le puede estar afectando.
En la fase en la que se está produciendo el bullying y ya se tiene constancia, la familia tiene que garantizar la seguridad ante todo y después el restablecimiento de la normalidad y el entendimiento por parte de todos de lo que ha ocurrido. El menor acosado tiene que volver a sentir la seguridad de sentirse “normal”, como el resto de compis, por lo tanto hay una labor de restablecimiento de la normalidad y esto es responsabilidad de todo el grupo de iguales, docentes y familia.
En la fase de después, la familia mantendrá la observación sin estar constantemente encima con el fin de poder comprobar que el talante anterior a todo el proceso vuelve a aparecer en el menor. Signos de tristeza, ensimismamiento, preocupación o cambios de humor, emociones extremas e intensas, ira por ejemplo, delatan cómo se sienten de verdad, en ocasiones son indicadores más significativos que lo que nos puedan contar.
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