S.O.S., mi hijo no quiere salir a la calle. Silvia Álava para «Family ON»
Mientras España sigue pasando fases (hay provincias que ya están en la fase 2), algunas personas no siguen este mismo ritmo. Muchas madres y padres nos escriben preocupados porque sus hijos e hijas no quieren salir de casa. Han estado encerrados casi dos meses obligados y, ahora que por fin pueden salir a dar una vuelta, no quieren hacerlo. ¿Es normal? ¿Debemos preocuparnos? ¿Es algo pasajero? ¿Tenemos que hacer algo las madres y padres para revertir la situación? De esto hemos hablado con la psicóloga infantil Silvia Álava.
Silvia, nos escriben muchas madres y padres diciéndonos que sus hijos no quieren salir a la calle, que prefieren quedarse jugando en casa. ¿Es algo normal? ¿Cuándo debemos preocuparnos?
Los niños acusan mucho más los cambios que los adultos, sin embargo, su capacidad de adaptación es mucho mayor. Por eso, algunos niños y niñas prefieren quedarse en casa jugando, como han estado haciendo estas últimas semanas, a salir a la calle. En esta situación es muy importante averiguar el porqué, dado que no es lo mismo que el motivo sea que están a gusto y cómodos en casa jugando, a que sea porque les da pereza o porque tienen miedo. En cada caso habría que ir trabajando la situación para ir “activándoles”, pero especialmente en el caso de que tengan miedo.
¿Cuáles son los principales motivos por los que los niños prefieren quedarse en casa? ¿Miedo, comodidad, se han adaptado a la situación y no la quieren cambiar?
Los niños pueden no querer salir de casa por múltiples motivos: desde “me da pereza”, “quiero quedarme jugando”, o “prefiero estar con la consola, viendo la tablet…” a “me da miedo contagiarme o ponerme malo”.
También puede ser que no vean atractivo el plan de salir a la calle, dado que no pueden ir al parque, ni jugar con amigos… ya que hay que cumplir de forma estricta las medidas de seguridad… Es muy importante preguntarles qué les ocurre. Mientras en los dos primeros caso intentaremos animarles a que salgan y si fuese necesario, incluso podemos ponernos más firmes, para que les de el aire y hagan algo de ejercicio; cuando los niños tienen miedo no deberíamos forzarles a salir hasta que estén preparados.
¿Cómo podemos ayudar las madres y padres a nuestros hijos si han desarrollado miedo a salir de casa a causa del virus?
Si nuestro hijo o hija tiene miedo lo primero que tenemos que hacer es validar su emoción. Eso implica decirle: “entiendo que tengas miedo”. Todas las emociones son lícitas, sentimos lo que sentimos y nadie debe de juzgarlo. Decirle: “no tengas miedo” no es un buen comienzo, dado que, si él o ella tiene miedo, no se sentirá comprendido.
Un buen inicio para comenzar el acercamiento y abrir un punto de encuentro podría ser: “entiendo que tengas miedo. Es normal tener miedo, porque llevamos mucho tiempo escuchando que hay que tener mucho cuidado con el coronavirus y que nos podemos infectar o contagiar a los demás. Sin embargo, si salimos con cuidado, con mascarilla, no tocamos nada… no nos va a pasar nada”.
En estos casos no conviene obligarles a salir, pero sí que pueden ver como sus hermanos salen, y que nosotros salimos a dar un pequeño paseo. A la vuelta podemos contarles nuestra experiencia, que hemos ido con mucho cuidado y que no nos ha ocurrido nada…
Les invitaremos a salir cada día, esperando a que se animen. Una vez dado el primer paso, iremos poco a poco, al principio sólo daremos una vuelta a la manzana, después un poco más lejos… y por supuesto, siempre cumpliendo las medidas de seguridad.
La ONG Save the children alerta de que 1 de cada 8 niños sufre estrés a causa del confinamiento. ¿Cómo podemos las madres y padres ayudarles a reducir esa ansiedad o a evitar que la sufran?
Y si la causa de no querer salir a la calle no es el miedo, sino que se han adaptado a la situación y les resulta cómoda, ¿qué debemos hacer los padres? ¿Obligarles a salir es una solución?
En el caso de que no salgan por vaguería o comodidad, sí que hay que actuar de otra forma. Quizás el primer día les dejaremos en casa, pero con la firme promesa de que al día siguiente saldrán, y como ya están avisados, ese día tendrán que cumplir su compromiso. Es bueno que los niños se muevan y que les de el aire fresco. No olvidemos los beneficios del ejercicio físico, de la luz del sol, de oxigenarse, tanto a nivel físico como “intelectual”, viendo otras cosas, otras situaciones, a otras personas…
Salir a la calle no es sinónimo de jugar con otros niños, de hecho, esto no está permitido aún. ¿Qué consecuencias puede tener este aislamiento social forzado para los niños?
Nunca habíamos vivido una situación como esta. Sabemos que los niños que han pasado cuarentenas registran niveles medios de estrés postraumático cuatro veces superiores a los que no han estado en cuarentena y que los efectos negativos de la cuarentena son significativamente mayores si esta dura más de 10 días. Teniendo en cuenta estos datos y con los resultados preliminares sobre el efecto que está teniendo el confinamiento en los menores a nivel emocional (más ansiedad, estrés post traumático, depresión, dificultades de concentración…) podemos pensar que la situación con los menores puede llegar a ser complicada.
Quizás tanto tiempo sin convivencia con sus iguales puede llegar a afectar al desarrollo de sus habilidades sociales, por eso es importante procurar que hablen con sus amigos y sobre todo, que los adultos no cedan ante todos sus deseos. Que aprendan a negociar qué vamos a hacer, a qué vamos a jugar… dado que es una de las bases de la interacción social y, a la vuelta, el resto de tus amigos no harán siempre lo que ellos quieran.
Con esta situación que estamos viviendo, ha aumentado el tiempo de consumo de tecnología en casi todos los hogares. Los niños no se quedan fuera de esto. ¿Hay riesgo de que vinculen en exceso su ocio a la tecnología y luego no sepan divertirse sin ella?
Es normal que durante el confinamiento el tiempo de “pantallas” tanto de los niños como de los adultos se haya incrementado, pero lo que puede llegar a ser malo, no es tanto el uso de pantallas (dentro de unos límites razonables), como el tipo de contenido que se consume.
No obstante, no es bueno que a ninguna edad el ocio se reduzca a la tecnología. La vida es mucho más que una pantalla.
Es importante que los niñas y niñas disfruten de la compañía de sus familiares, que se rescaten los juegos tradicionales, que puedan hacer ejercicio como parte del ocio y, sobre todo, que no utilicemos las nuevas tecnologías como un “chupete emocional”, es decir, cuando me da miedo enfrentarme a mis emociones o cuando siento emociones desagradables (aburrimiento, miedo, tristeza, ira)…, como no quiero ser consciente de ellas, las intento tapar con el uso de pantallas.
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