«El estrés emocional es más dramático en los ancianos que en los niños». María Jesús Álava Reyes para «La Razón»
La psicóloga María Jesús Álava advierte de que las personas mayores sufren las consecuencias del confinamiento incluso más que los menores, por la soledad, el aislamiento y el miedo a enfermar.
El debate sobre la necesidad de dejar salir a los niños a la calle se había convertido en un clamor popular durante los últimos días en según qué sectores. Sin embargo, poco se habla de la otra cara de la moneda, los ancianos que llevan confinados cinco semanas sin un atisbo de esperanza para poder salir.
–Al igual que los menores, ¿los ancianos también necesitan dejar la casa un tiempo por su salud física y mental?
–Sin duda, incluso te diría que el estrés emocional es más dramático que en los niños, porque los menores se adaptan muy bien a las circunstancias y están en casa en un entorno seguro para ellos. Sin embargo, los mayores se encuentran en plena soledad, en muchos casos sin recursos tecnológicos para estar cerca de los suyos, lo que les puede sumir en una profunda depresión. Además, la falta de actividad física puede dificultar mucho su movilidad a largo plazo.
–Algunos psicólogos aseguran que el confinamiento prolongado puede provocar traumas en los niños. ¿También en los más mayores?
–Sí. Ahora mismo escuchan que son personas de riesgo, que si cogen el Covid-19 pueden morir. La mayoría de ellos tiene a alguien conocido que ha fallecido por esta razón y están sintiendo la muerte muy de cerca en un momento de gran soledad, con un aislamiento atroz. Eso les dejará marcados.
–¿Recomendaría las salidas controladas a la calle también para los ancianos?
–Hay que ser conscientes de que salir a la calle para ellos, ahora mismo, supone un riesgo vital muchísimo más elevado que para los niños, que según muestran los estudios pueden pasar la enfermedad de forma muy leve. Sin embargo, con los menores ha habido un debate y parece que con los mayores nos hemos resignados a que se tienen que quedar en casa durante los próximos meses. Eso es un error muy peligroso. No sacrifiquemos a los ancianos, porque eso significará su muerte en vida, ya que para ellos dar un paseo, sentarse en un banco o poder caminar por su barrio les supone una gran dosis de esperanza y de vitalidad tanto física como mentalmente. Si se realiza bien, podría ser perfectamente factible.
–¿Qué habría que hacer?
–Debemos proteger a nuestros mayores. Eso pasa por dotarles de las medidas de seguridad adecuadas, como mascarillas de la máxima calidad. Si a eso se suma que salgan de forma controlada, a unas horas determinadas en las que no coincidan con niños, no veo por qué no puede hacerse. De lo contrario, sería como condenarles a la soledad. Si hay una gran tragedia en este momento desde el punto de vista psicológico son los mayores.