¿Cómo actuar ante el miedo de los niños?. SIlvia Álava para «Padres y Colegios»
Ellos son los que mejor se adaptan, pero que hay que estar vigilantes ante posibles secuelas tras este duro confinamiento, aconseja la psicóloga infantil / «La actitud de los niños dependerá de la nuestra, lo que perciban es determinante»
Esos locos bajitos a los que tanto queremos se adaptan a la adversidad mejor que los adultos. Lo confirma Silvia Álava, psicóloga y directora del área infantil de la clínica Álava Reyes, que ofrece a los padres recursos para que el confinamiento con críos sea más llevadero. Deben gestionar los miedos, temores y pesadillas de unos peques que sueñan que sus abuelos enferman y mueren y que reclama con pataletas ir a la calle.
–¿Tienen los niños herramientas para enfrentarse al confinamiento?
–No. Lo que sí tienen es una mayor capacidad de adaptación. Se acomodan a las nuevas situaciones, a una adversidad como el confinamiento, antes y mejor que un adulto. Pero necesitan que nosotros les proporcionemos herramientas para facilitarlo.
–¿Asimilan lo que está pasando?
–Son conscientes de que ocurre algo, escuchan muchas cosas, pero necesitan procesarlo con nuestra ayuda. Es fundamental explicarles la situación de forma clara y sencilla, acorde a su lenguaje, a su desarrollo cognitivo y emocional, para transmitirles que vamos a salir de esto.
–No es lo mismo explicárselo a un crío de dos años que a uno de doce.
–Al de dos años habrá que insistirles una y otra vez, porque se les olvida y se quedarán, sobre todo, con que no pueden salir a la calle. Decirles que no es que papá y mamá no quieren salir, sino que un virus no nos deja. Buscar un ‘malo de la película’ para evitar la pataleta. Con los mayores, ser positivos sin mentirles, y pedirles que sean proactivos y colaboren.
–¿Cómo gestionar y aplacar sus miedos?
–Logrando que los verbalicen, que sean capaces de hablar sobre lo que les atemoriza, que sepan que les entendemos. No vale decir «no tengas miedo, que no pasa nada». Primero te escucho, valido y acepto tu miedo, y te explico que es normal sentirlo. Que todos lo tenemos. Cuando hemos empatizado con él y validado la emoción, podemos decirle con delicadeza y serenidad que sabemos que los abuelitos están bien, que no vamos a verles para no contagiarlos y que no se pongan malos. Que es bueno que les llamen y que hablen con ellos y que verles por videoteléfono les ayudará a sentirse mejor.
–¿Los niños son el espejo de nuestros sentimientos?
–Sí. Su actitud dependerá de la nuestra. Es determinante lo que perciban en los adultos. Reaccionarán en función de cómo nosotros vivamos la situación. Transmitir calma en lugar de estrés es primordial. Necesitan un entorno seguro. Si nuestra actitud es de nerviosismo, si oyen decir «¡ay Dios mío! ¿qué nos va a pasar?», lógicamente se inquietarán.
–¿Saldrán de esta más fortalecidos o afectados emocionalmente?
–Nunca hemos atravesado por una experiencia como está. No hay estudios sobre un confinamiento tan masivo y tan largo que nos aporten criterios. Dependerá de las características y variables de personalidad de cada crío. Los hay más vulnerables y preocupones; tendentes a obsesionarse con algunas cosas, y con ellos debemos tener más cuidado. Hay otros que lo llevan razonablemente bien. Padres y educadores tendrán que estar muy atentos. Calibrar qué hacen o dejan de hacer distinto de lo que hacían antes del confinamiento.
–¿Les dejará secuelas el confinamiento?
–Podría haberla en algún caso. Por eso hay que observar muy bien si están más retraídos, retadores, irascibles, tristes o apáticos. Si se ve alterado el apetito, el ritmo del sueño o si tienen pesadillas.
–Los más peques tendrán un recuerdo difuso pero, ¿qué pasa con los niños más mayores?
–Es difícil que se consoliden los recuerdos antes de los dos años. Todo dependerá de cómo lo vivan la familia y cómo les ayudamos los padres a superarlo.
–¿Van a aprender los papás de los hijos, y viceversa?
–Sí. Es una situación dura e inédita para las dos partes. Hay que sacar lo más positivo. Debemos hacer que esta convivencia sea enriquecedora y afiance los lazos familiares.
–En la educación ‘online’, ¿ven un regalo o un castigo?
-Es una buena herramienta que permite seguir con sus horarios y sus rutinas. Es la menos mala de las alternativas.