Mamá, papá, ¿qué son los refugiados? Colaboración con El Huffington Post

Cuando llega hay que saber qué decir. Toda pregunta tiene una o varias respuestas posibles. Y acertar no es fácil. «Las mamás lo saben todo», me dice Clara desde sus cinco años cuando le confieso que no tengo ni idea sobre lo que me acaba de preguntar. «¿Qué es un gas?», me soltó mientras sacaba de la nevera agua con «un estado de agregación de la materia en el cuál las moléculas interaccionan débilmente», según


Wikipedia

. Ver la animación de las bolitas rojas y azules lo complicó todo aún más. Clara sigue sin saber qué es un gas y yo sigo sin saber cómo explicárselo. Google para nosotras no es suficiente.

El mundo, ya sea en estado líquido, sólido o gaseoso, es complejo. Si todas las imágenes de las pésimas condiciones en las que aguardan los refugiados en los campos provocan indignación, aquellas de un padre

rapando a su hijo

en el campo de Idomeni para acabar con los piojos arañaban directamente el corazón, la conciencia y el alma.

Guillermo Fouce, doctor en Psicología y presidente de la Fundación Psicología sin Fronteras cree que «los niños no son ajenos a lo que pasa en su entorno y cuando algo está en boca de todos les llega. Lo que pasa es que procesan la información en función de su edad». El mundo no es justo y poco a poco se irán dando cuenta, pero «para no generar indefensión debemos presentar alternativas y si no están de acuerdo podemos explicarles que tienen derecho a protestar». Luego está la otra cara de la moneda. La Fundación Psicología sin Fronteras atiende a refugiados que llegan a Madrid. Son personas que sufren por distintos duelos.

Guillermo identifica hasta siete en este artículo

.

A la hora de explicar o no a nuestro hijos la crisis de los refugiados, «todo dependerá de la edad», sostiene Silvia Álava, psicóloga y directora del área infantil del centro de Psicología Álava Reyes. http://old.www.alavareyes.com/ «Lo ideal sería que el niño nos pregunte, pero si no es así, salvo que sea muy pequeño, conviene que el adulto le saque el tema, dado que lo más probable es que algo sepan y que hayan visto y oído noticias relacionadas que tal vez no lleguen a comprender. Además puede ser un buen momento para trabajar la empatía». Podemos recurrir a ejemplos, si son pequeños: «antes de los once años el pensamiento es concreto y les cuesta hacer abstracciones». Silvia ha elaborado para nosotros esta impagable guía práctica, que más de un padre o madre en apuros agradecerá.


Decálogo para explicar la crisis de los refugiados a niños

  • Dejar espacio para que los niños pregunten. Si no lo hacen, salvo que el niño sea muy pequeño, el adulto puede sacar el tema, dado que lo más probable es que el niño haya escuchado o visto algo.
  • Hay que explicar el suceso adaptándonos siempre a su edad.
  • No mentirles. Deben conocer que hay países en guerra y que por eso la gente no puede vivir allí y tienen que dejar sus casas.
  • No es preciso entrar en detalles ni darles más información de la que necesitan.
  • Dejar siempre abierto el diálogo. No basta con contárselo, hay que dejar que se exprese.
  • Contestar a sus preguntas. Si nos ven dudar o que no les respondemos, buscarán la información en otra fuente y es mejor que sean sus padres quienes se lo cuenten.
  • Ayudarles a identificar las emociones. Se les puede decir que estamos tristes, y que nos duele que no puedan vivir en sus casas.
  • Explicarles que hay gente mala y vincularlo al hecho concreto de la guerra.
  • Es probable que surjan miedos e inseguridades sobre si a nosotros nos puede pasar lo mismo o si va a haber una guerra en España. En estos casos hay que tranquilizarles y explicarles que no es nada probable y que sepan que pueden estar tranquilos.
  • Es conveniente utilizar la crisis de los refugiados para trabajar la solidaridad colectiva y la empatía, por eso enviamos mantas, comida, donaciones. Incluso preguntarles qué cosas se les ocurren para ayudar.

¿Y los adolescentes? «Es muy probable que el asunto de la crisis de los refugiados les haya tocado la fibra sensible», explica Ángel Peralbo, psicólogo y director del área de adolescentes del Centro de Psicología Álava Reyes. «Generalmente tenemos tendencia a evitar que los hijos se empapen de las miserias humanas, sin darnos cuenta de que conocerlas es la única forma de desarrollarnos como personas completas, reales, maduras». En el caso de los adolescentes, «es especialmente importante que conozcan, en el mayor grado que se pueda, la verdad del drama de los refugiados en toda su dimensión, no únicamente los titulares», explica convencido Ángel, autor de estas claves muy útiles para abordar este asunto con los hijos mayores.


Decálogo para explicar la crisis de los refugiados a adolescentes

  1. Busca el momento adecuado. No tanto por el impacto de la noticia sino por el estado de tu hija o hijo. Si un adolescente no se muestra receptivo indica que no es el momento para abordar según qué cosas. Recuerda que es una etapa de cambios frecuentes.
  2. Un buen momento suele ser el instante en el que sale la noticia. Captar su atención garantizará que estén dispuestos a escuchar y sobre todo, a participar.
  3. Es muy importante que opinen y comenten lo sucedido. Permitirles que se expresen con libertad y en la medida de lo posible que participen aunque no estemos de acuerdo con sus opiniones. El tacto y un poco de mano izquierda ayudarán a conseguir que os escuchen.
  4. Apoyarnos en las imágenes va a ser muy útil, ya que las toleran mejor que grandes cantidades de información en formato verbal o escrito. Nos ayudan a conmover y a facilitar especialmente su expresión emocional. La edad les ha preparado para ver casi de todo, aunque lo preferible es que los adultos podáis aclarar el significado de ciertos impactos visuales. Pero queramos o no, hoy en día pueden acceder a una cantidad de imágenes antes inimaginable.
  5. Ayudarles a diferenciar entre connotaciones políticas del asunto y la realidad de las familias ya que son dos temas paralelos y distintos. Indefectiblemente las noticias mezclan la realidad del drama con los efectos colaterales y con los diferentes puntos de vista de los afectados por lo que la noticia se hace compleja. Muchas veces a pesar de la capacidad que se les presupone, los y las adolescentes simplifican.
  6. No saturarles. La reiteración de las noticias con frecuencia produce cierto proceso de habituación y es posible que sature, generando un insensibilización, cuando no rechazo. Es bueno que no estemos hablando del asunto cada vez que vemos la ocasión.
  7. Buscar su implicación a través de algún tipo de ayuda. Son muy receptivos a las sugerencias que les permitan sentirse útiles, lo que facilita su acercamiento al drama de los refugiados. Es una etapa en la que si valoran que ante algo no se puede hacer nada, se minimiza la conmoción y la sensibilización; en cambio, sentir que se puede aportar una ayuda, del tipo que sea, facilita la implicación emocional.
  8. Interpelarles para que opinen sobre cómo lo abordarían si de ellos dependiera. Mostrar interés y dar valor a sus ideas supone promover que se sientan importantes, útiles y sobre todo, capaces de aportar e implicarse. Esto mejorará su autoestima. Frecuentemente lo confundimos y llegamos a pensar que la mejora viene por experiencias muy positivas, pero en realidad de éstas tienen ya muchas.
  9. Debéis ayudarles en la expresión de las emociones, su entendimiento y buena gestión, ya que es una necesidad en el ser humano. Es una oportunidad para que situaciones tremendas de la vida que provocan emociones como la pena, la tristeza, el miedo, incluso la ira, puedan facilitar buenos pensamientos que las canalicen.
  10. Hay fuentes de información que profundizan más en la noticia y que van más dirigidas a entender que exclusivamente a sensibilizar o impactar. Organizaciones no gubernamentales que viven y cuentan el drama desde una perspectiva mucho más completa que la que consigue el objetivo de una cámara fotográfica. Los adolescentes están ya preparados desde hace tiempo para sumergirse en estas realidades.

No hay decálogo para comprender la miseria del ser humano. Sólo espero que los gobiernos lleguen a ser la mitad de solidarios que sus pueblos. O que esos niños y adolescentes de los que hablamos logren, por fin, un mundo más justo.