Claves para mejorar tu estilo educativo, por Ángel Peralbo


Recuerda que deja huella


Lo primero que tenemos que tener claro es que el estilo educativo es un constructo complejo que viene a decirnos cómo ejerces tu liderazgo en cuanto a su función de enseñar, guiar, acompañar, dirigir, etc. y esto puede referirse tanto al ámbito del trabajo como al familiar. Es en el ámbito familiar y especialmente si tienes hijos donde lo ejercerás quieras o no y su importancia es vital para el desarrollo de los más pequeños hasta el punto de que influirá en su forma de autorregularse, su autoestima, de relacionarse con los demás, etc. Será uno de los aspectos que más le influirá, teniendo en cuenta que pasarán años bajo la sombra de él y considerando que son los años donde se producen los aprendizajes que se consolidan y se hacen más duraderos a lo largo de la vida. Es por ello que todos, sin darnos cuenta, somos en cierta medida esclavos de los estilos educativos de nuestros padres y en el caso de que no hayan sido adecuados, solamente nos zafamos de ellos cuando somos conscientes y trabajamos para conseguirlo. En ocasiones es triste cuando tratas con adultos que aún padecen el yugo de lo que fue un estilo educativo en casa extremo o nocivo y que les marcó para toda la vida porque no han sabido desapegarse de él y está tan unido a su carácter que no solo lo padecen sino que lo transmiten a los demás especialmente a sus herederos.






Recientemente dos investigadoras incansables en la exploración de las características de adultos y padres que favorecen o perjudican la salud mental de los niños, Luisa Roa Capilla y Victoria del Barrio, adaptaron el cuestionario de crianza parental (PCRI-M) a población española. Dentro de los resultados que obtenían se observaba que


todos los factores correlacionaban de forma negativa con los problemas de conducta del niño, y especialmente los factores de «Disciplina», «Compromiso», “Distribución de rol” y “Autonomía” eran significativos a nivel estadístico, por lo que se podía deducir que la disciplina razonada, así como la aceptación, por parte de los padres, de su compromiso con la crianza, combinada con niveles adecuados de autonomía o baja sobreprotección, son los factores que más favorecen la adaptación social del niño, puesto que tienden a disminuir sus problemas conductuales.






Por lo tanto, trata de reflexionar y de pensar sobre cómo hacer para que la herencia educativa que le dejas a tus retoños sea la que crees que les puede ayudar a conseguir en un futuro ser ellos mismos y sentirse satisfechos y con un autoestima alta.


Muchas veces esto los padres lo hacéis muy bien en el entorno laboral, de tal manera que transmitís vuestros conocimientos al resto con respeto, adaptando vuestro lenguaje y persiguiendo el objetivo de poner en marcha los proyectos y su seguimiento, sin menoscabar las relaciones humanas.











  • Huye de los extremos.

    Sentirá que le entiendes:




    Tratar de educar a tus hijos ejerciendo formas fijas hará que puedas llegar a ser demasiado duro o demasiado blando. Es preferible que trabajes la flexibilidad para que te permita adaptarte a las distintas situaciones que se te van a presentar y a los cambios propios que su edad va a requerir y que necesitará por tu parte un gran esfuerzo por actualizar las normas y la forma de tratarle.





  • Mantente cercano por encima de todo.

    Se sentirá querido:




    Introduce dosis de afecto siempre y en todas las circunstancias. Puesto que educar conlleva insatisfacciones, expectativas que no se cumplen y problemas importantes en muchos casos, es necesario que no se pierda el apego familiar, el cariño que siempre ha de prevalecer en las relaciones humanas y que entre padres e hijos, sois vosotros los que tenéis que proporcionarlo pase lo que pase. Cuando las cosas van mal es una de las cuestiones que antes se resquebraja y también de las que más huella deja, por lo que hay que tenerlo como premisa, intentando que los chavales no pongan en duda que se les quiere aunque se les regañe o se les sancione o se les impida hacer lo que quieren en un momento dado.


  • Ejerce el liderazgo que te corresponde.

    Le dará confianza




    Te toca ser proactivo, buscar en cada etapa lo que puede ser


    mejor para tu hijo, ofrecerle posibilidades para que se desarrolle según vuestros intereses y valores e involucrarte lo máximo posible en su formación y evolución. Eres insustituible y nadie lo va a hacer por ti o al menos, no tan bien como lo harías tú.








  • Las normas has de ponerlas tú.

    Le dará seguridad




    Es necesario que establezcas una serie de normas lo


    suficientemente claras como para que tu hijo crezca con seguridad y con referencias que le permitan guiarse. Y será igualmente importante que además de establecerlas seas capaz de ir adaptándolas al momento evolutivo por el que pasa tu hijo y con el mayor grado de sensatez para que sean lo más proporcionadas posibles.





  • Fomenta su autonomía.

    Le hará libre:




    Edúcale siempre con esta premisa para que todos sus avances le vayan inculcando la idea de que en una medida importante es él mismo quien lo produce. Cuanto antes tenga la oportunidad de ser autónomo más fácilmente conseguirá esas sensaciones tan placenteras que produce sentir que el motor de su educación es él mismo. El objetivo educativo se puede considerar cumplido solo cuando es uno mismo el responsable máximo de ello, es decir, cuando es uno el que piensa, el que busca recursos y el que decide cuál es el adecuado para ponerlo en marcha. Hay que trabajar para que cuando sean adolescentes estén en disposición de hacerlo y no se dejen llevar sin criterio ninguno.

    Evitar la sobreprotección

    en contra de lo que pudiera parecer, los protegerá en un futuro puesto que les permitirá ser ellos mismos quienes desarrollen estrategias para salir adelante y no crecer con la sensación de que necesitan que sean otros quienes lo hagan.


  • Reparte los papeles.

    Le dará coherencia:




    Si has de educar en solitario aprovecha tu red familiar y el entorno escolar para facilitarlo de la mejor manera posible. Si lo compartes con tu pareja aprovechad y distribuiros bien los distintos roles para que educar se convierta en un auténtico trabajo en equipo.

    Que no existan dos estilos educativos distintos sino una única forma de ejercerlo

    , con el necesario consenso que os lleve a poneros de acuerdo en el proyecto más importante que tenéis en común, “la educación de vuestros hijos”.






  • Fomenta su autoestima.

    Le hará fuerte:




    Consigue que durante los años que dura el proceso educativo tu hijo crezca sintiéndolo como algo positivo, como algo que aunque muchas veces le lleve a la frustración porque las cosas no salen como las espera o no consigue lo que quiere, mantenga la capacidad de pensar que finalmente sí lo conseguirá. La educación es un proceso que no acaba nunca y por tanto, un adecuado estilo educativo ha de centrarse en proporcionar a la persona la capacidad para disfrutarlo, para sentirse competente y capaz y para sentirse lo suficientemente bien como para no venirse abajo ante los fallos parciales. No olvidemos que es una carrera de fondo.


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