Coleccionismo (y IV) ¿Dónde está el límite de coleccionar?, por Gloria Tudurí


¿Dónde está el límite de coleccionar?

Debemos tener cuidado con el prejuicio y no etiquetar al coleccionista como persona extraña; hay que diferenciar correctamente entre el que colecciona por diversión o el que lo hace de manera patológica. Aquí es importante que pensemos en un continuo que se extiende de un extremo al otro. En un  extremo tenemos a aquel que colecciona en una parte de su tiempo libre y  siente emociones positivas con ello.  Nos iríamos acercando hacia el extremo patológico, la acumulación compulsiva, cuando la persona siente angustia por coleccionar y comienza a descuidar pareja, amistades o trabajo. El coleccionista puede estar interesado en una pieza concreta y  estar alerta para conseguirla, estará nervioso unos días, o durante una puja, pero no vive angustiado por conseguir objetos; organiza y adquiere con ilusión cada una de las piezas de su colección, las enseña y comparte su afición con otros coleccionistas.

Se desconoce cómo comienza la acumulación compulsiva, pero suele estar relacionada con el trastorno obsesivo-compulsivo. En estos casos, la persona no es capaz de reconocer su problema, adquiere los objetos de forma compulsiva, no hay una búsqueda intencionada, colecciona todo lo que llega a sus manos, desconoce su valor,  deja de haber unos límites en cuanto a temática y cantidad. No hay un orden y clasificación en lo que adquiere, simplemente se acumula, deja de haber una temática delimitada y relacionada con los recuerdos, con las ilusiones; no  intercambia porque no se es capaz de desprenderse de nada, aunque el objeto no tenga ningún valor monetario o sentimental. Puede ocurrir que  la persona llegue a tener tal cantidad de objetos que esto pueda  dificultar la movilidad en su hogar, la limpieza, el poder  cocinar o dormir. Entonces, lo que le lleva a guardar objetos, es una obsesión y no una afición. Los pensamientos que le obsesionan pueden ser que le va a pasar algo grave como morirse o quedarse sin recursos económicos y por eso puede llegar a guardar todo lo que puede, hasta periódicos o, incluso, animales.

  • Coleccionar debe resultar algo divertido, que nos distraiga de las preocupaciones, que implique relacionarnos con los demás, que nos interese o nos traiga buenos recuerdos.
  • La colección se va formando poco a poco y con ello la ilusión de conseguir nuevas piezas. Es algo que se va creando; se construye a partir de unas experiencias presentes o pasadas, estando entonces ligadas a recuerdos de una época que nos trae emociones positivas
  • Coleccionar no debería de preocuparnos de tal forma que nos quite demasiado tiempo de otras áreas de nuestra vida. Siempre tiene que tener un sentido, un objetivo a conseguir y una vez alcanzado se termina la colección. No se almacena, se tiene en cuenta un espacio que es limitado. Se cambia de una  colección a otra, o de una tipología a otra y la persona es capaz de intercambiar algún objeto  con otras porque entiende que es una forma de relacionarse, de compartir su ilusión con otros.